Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Daniel Capó

Las cuentas de la vida

Daniel Capó

Los papeles de Panamá

Hace unos meses, empezó a circular el rumor de que el ministro Soria aspiraba a suceder a Mariano Rajoy al frente del Partido Popular y, por ende...

Hace unos meses, empezó a circular el rumor de que el ministro Soria aspiraba a suceder a Mariano Rajoy al frente del Partido Popular y, por ende, del gobierno de la nación. Fue un rumor breve, cortado en seco que, sin duda, debió de molestar en la Moncloa. Fue una noticia, desde luego, sorprendente yo pensé que se trataba de una cortina de humo, porque sólo desde una severa miopía política se podía pensar que Soria estuviera llamado a representar un papel estelar. Como ministro fue un mal segundón, un hombre sin ningún brillo ni carisma y un flojo titular de Industria. Su porte aznareño que, durante unos años, cultivó hasta el mimetismo nos habla de un temperamento altivo y de un narcisismo descontrolado. Formaba parte, aparentemente, del sector tecnócrata del partido, controlado por un grupo de altos funcionarios del Estado. Se ha dicho que era un hombre de la confianza de Luis de Guindos, quizás uno de los pocos ministros de cierta categoría intelectual en el gobierno Rajoy. Ignoro si es verdad o no. Poco importa. El gobierno popular ejemplifica las consecuencias de otra legislatura perdida: una ventana de oportunidades que se abrió con la mayoría absoluta y la semiintervención europea para llevar a cabo las grandes reformas que el país necesita y que, al final, acabaron en tierra de nadie, en un quiero y no puedo o, peor aún, en un no quiero a pesar de que puedo hacerlo. Ese 'no quiero', mezcla de inoperancia y temor a alterar los privilegios de los principales grupos de presión, resume más aún que la corrupción los errores de la era Rajoy.

Soria dimite acuciado por los papeles de Panamá. Ha sido un gesto acertado, tras las caóticas declaraciones iniciales en las que negaba y afirmaba a la vez. Muy en su línea, sin duda. Pero, sobre todo, lo que subraya la dimisión del ministro canario es la debilidad de un gobierno que no ha estado a la altura de las circunstancias en estos cuatro años. ¿Fue mala la elección de Rajoy o es una muestra más del carácter del presidente gallego? Tal vez, ambas cosas. Mariano Rajoy ha mostrado predilección por los hombres grises. Los pocos ministros con un perfil propio como los polémicos Alberto Ruiz Gallardón o José Ignacio Wert fueron laminados en beneficio de figuras más secundarias, menos mediáticas. Lo cual nos habla de la ambición de un gobierno que contaba con mayoría absoluta y que fue incapaz de pensar en el largo plazo. Su objetivo era sobrevivir en medio del diluvio, en la convicción no del todo falsa de que en España quien resiste gana. Y eso exige significarse poco, alargar los plazos y permanecer a la espera hasta que el vendaval amaine. Con el tiempo, las tormentas pasan es la ley del péndulo.

El problema es cuando las dificultades se enquistan y la desconfianza se expande. España vive una doble crisis, a causa de unas estructuras económicas obsoletas en algunos puntos y de una falta de confianza en la clase política. Y ambas exigen una actitud decidida, perseverancia e inteligencia. Las reformas han quedado a medio hacer, seguramente por temor a sufrir un coste electoral aún mayor. ¿Se podrán sostener las pensiones en su nivel actual dentro de veinte o de treinta años? ¿Cómo afrontar las enormes tasas de paro y a la precariedad laboral? ¿Cómo incrementar la productividad general del país? Y, al mismo tiempo, ¿qué pueden hacer los partidos políticos por recuperar la confianza de sus electores?

En primer lugar, ser sinceros y decir la verdad. En segundo, mostrar valentía; lo cual exige, a su vez, sacrificios a menudo personales. Más allá de los papeles de Panamá, Soria ejemplifica el caso de un mal político, de un técnico que medra en el poder sin otro objetivo que perpetuarse en el mismo. Sin duda, el ministro canario pronto caerá en el olvido, mientras la posición de Rajoy se debilita día a día, esperando que un milagro, en las próximas elecciones de junio, pueda salvarle. Parece que en el PP también llega el tiempo de los nuevos líderes, con un ojo seguramente puesto en la todopoderosa vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. The times they are-a changin', que cantaba Dylan.

Compartir el artículo

stats