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Llorenç Riera

La salida alquilada del Palacio y hotel

Todo o nada. No caben más porciones ni posiciones parciales interesadas en busca exclusiva del negocio privado. Hay que velar sobre todo por el buen uso y la protección del patrimonio público, eso de forma independiente a la condición de rémora o utilidad del bien colectivo afectado.

Por lo menos ya hay un criterio claro a seguir. Agotados todos los plazos, sin más cartuchos disponibles por quemar ni tardanzas y renuncias por dilatar, esa vez si, el Palacio de Congresos de Palma parece que halla el camino definitivo para adquirir vida propia. Solo le queda conocer quién le llevará de la mano y querrá hospedarse en él para coordinar y dar cabida a los actos, eventos y estancias de los demás.

El complejo en su conjunto se transforma en un gran bien alquilable, a un precio elevado suponemos, porque de lo contrario se convertiría en agravio y ganga en comparación a los precios desorbitados de los espacios comerciales de la zona y el mejor paisaje marítimo y urbano de Mallorca. Ya que disponemos de él, por lo menos intentemos sacarle partida al máximo, sin dejarlo a cualquier precio a merced de oportunistas y agraciados. A finales de mes sabremos cuál es el importe de explotación del Palacio de Congresos.

Ayuntamiento de Palma y Govern blindan el conjunto como unidad indivisible y lo protegen frente a ventas fáciles o a la desesperada y cualquier opción de compra. El Palacio de Congresos y el hotel anexo saldrán en alquiler sin permitir brecha para la parcialidad unitaria de la porción que pueda parecer más apetitosa. Todo o nada. Apuesta única y oferta consistente. A falta de conocer los detalles, la presidenta de la sociedad pública titular del complejo, Joana Maria Adrover, lo ha dejado claro: es una infraestructura pública pagada por todos los ciudadanos. A finales de este mes de abril se divulgará el pliego de condiciones para poder presentar ofertas por espacio de 52 días.

De forma paralela deberá reanudarse el concurso para la adjudicación de las sillas del palacio, una vez que la empresa Poltrona Fran ha visto resuelto a su favor el recurso contractual presentado. Los actuales gestores se han lavado las manos en este sentido. Han dicho que se encontraron con la convocatoria avanzada y que disponían de todos los informes técnicos pertinentes para continuar el proceso iniciado. En este aspecto, el Palacio de Congresos todavía no estrenado cumple con la tradición fruto de las modificaciones constantes: la culpa y el error siempre son achacables, o por lo menos se atribuyen, al anterior.

Al complejo le urge iniciar su actividad de forma imperiosa porque, entre otras cosas, debe justificar la necesidad de su construcción y sacudirse la etiqueta de ser causa desmesurada de cuantiosos gastos estériles. La opción escogida, quizás la única posible a la vista de todos los avatares padecidos, es la de dar con un buen arrendatario que pueda plasmar su negocio particular con solvencia a la vez que revierte al erario público parte de la cuantiosa inversión realizada. El Palacio de Congresos inactivo y no estrenado seguiría incomodando a todos.

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