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Antonio Papell

Italia: el camino de nuestras reformas

Este pasado martes, el Congreso italiano aprobaba por mayoría simple la reforma constitucional propuesta por el primer ministro Matteo Renzi, líder del Partido Democrático, de centro izquierda. El joven jefe gobierno, que llegó al gobierno en febrero de 2014, tras descabalgar a su correligionario Enrico Letta, ultima así una serie de reformas encaminadas a promover la salida de la crisis y, sobre todo, a facilitar la gobernabilidad de un país que, tras la segunda guerra mundial, había vivido sumido en una perpetua inestabilidad: ha habido 63 gobiernos en los setenta años de historia republicana.

Renzi, de solo 41 años, llegó al poder con tres grandes reformas en cartera: la laboral, la de la ley electoral y la constitucional. La reforma laboral la Jobsact, en la jerga anglófila utilizada en Italia simplificó y abarató el despido e hizo posible la no readmisión en caso de despido improcedente (se sustituyó por una indemnización); además, ha favorecido la contratación liberando al empleador de las cuotas de la seguridad social los tres primeros años de los contratos indefinidos. La norma ha ido en definitiva en la línea de la evolución española y de otros países europeos en esta materia.

Con respecto a la reforma electoral, Renzi, pocos días antes de llegar al gobierno, pactó con Berlusconi la reforma de la norma vigente, ya que la ley de 2005 la ley Calderoli o Porcellum con que el propio Berlusconi había intentado sin éxito imponerse a Romano Prodi en 2006 había sido declarada inconstitucional en 2013; según aquel pacto, se favorecería la formación de mayorías, con el fin de que los gobiernos fuesen más estables. Y en mayo pasado, el Congreso aprobaba la nueva ley electoral la Italicum, que otorga un premio de mayoría el 55% de los escaños a la lista que supere el 40% de los votos. En el caso de que ninguna lista alcanzase tal umbral, las dos más votadas irían a una segunda vuelta. Además, las listas tendrán que estar formadas por un partido o por varios que decidiesen de antemano concurrir juntos, y no por una coalición. Los partidos que no logren un 3% de los votos quedarán fuera de la cámara. Italicum también prevé la división del territorio italiano en 100 circunscripciones. La ley entra en vigor en julio.

Por último, la reforma constitucional, que logró el visto bueno del Senado en octubre y que ahora no ha obtenido los dos tercios de la cámara baja, tendrá que ser sometida a referéndum, que sin duda resultará favorable a la propuesta. En síntesis, la nueva Constitución pone término al "bicameralismo perfecto" que regía en el país, y que eran tan garantista que dificultaba grandemente la tarea legislativa (el constituyente quiso otorgar el papel de contrapeso al Senado para prevenir nuevas dictaduras como la de Mussolini). La nueva norma elimina pues el poder de veto del Senado, y lo convierte en cámara de representación regional "casi decorativa" según diversos analistas.

El ímpetu de un dirigente político con ideas claras y conciencia de sus objetivos ha logrado, en fin, modernizar Italia en dos años, reformando a fondo incluso una carta magna todavía más venerable que la española por su mayor longevidad. Habrá que ver el resultado en la práctica de los cambios introducidos en el sistema italiano, pero todo indica que será mucho más funcional que antaño? Todo lo cual pone de manifiesto que nuestro país debería perder sus miedos ancestrales al cambio, dejar de sacralizar normas que requieren una puesta al día y desmitificar reformas que son sin duda necesarias.

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