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Antonio Papell

Podemos no quiere gobernar (por ahora)

El documento que Pablo Iglesias llevó a la reunión tripartita del pasado jueves, día 5, titulado "Veinte propuestas para desbloquear la situación política y posibilitar un gobierno de cambio", estaba manifiestamente elaborado para conseguir todo lo contrario: impedir el pacto y disimular de paso las verdaderas razones de la negativa de Podemos a formar con el PSOE, por acción u omisión, una mayoría de progreso capaz de gobernar. En efecto, Pablo Iglesias y su equipo, que son personalidades ilustradas y viven con intensidad la realidad circundante, saben perfectamente que el PSOE no accederá a avalar un proyecto utópico y voluntarista como el que obligó a Syriza a apearse del caballo y retractarse de todo su programa. Porque el documento en cuestión mantiene en su punto 8 una expansión fiscal de 62.000 millones de euros a lo largo de la legislatura 15.500 millones anuales, cuando Bruselas nos exige este mismo año una reducción del gasto de 10.000 millones. Y asimismo, en su último punto, el vigésimo, reitera un modelo de gobierno a la valenciana del que Ciudadanos está excluido? Mal se conseguirá un acuerdo a tres Podemos se había hecho de rogar para participar en una reunión de la tríada si uno de los participantes empieza pidiendo la exclusión de otro.

En definitiva, Podemos no aspira a conseguir ahora el poder una parte de él, obviamente porque su objetivo es la hegemonía a medio plazo. El concepto gramsciano de hegemonía, muy utilizado por Pablo Iglesias pero sobre todo por Íñigo Errejón (quien lo desarrolla en su tesis doctoral, accesible a través de Internet), describe una forma de poder por la cual una persona o grupo es capaz de generar un amplio consenso a su alrededor que incluye a otros grupos y actores subordinados; y, según esta visión, un grupo es hegemónico cuando es capaz de generar una idea universal que interpela y reúne a la inmensa mayoría de su comunidad política, y además fija las condiciones que han de cumplir quienes quieren desafiarle.

El ejemplo más claro de régimen hegemónico es el chavismo, cuyo grupo dirigente no sólo consiguió grandes adhesiones sino que modificó las reglas de juego la Constitución chavista no sigue las pautas de la separación de poderes de Montesquieu e impuso las condiciones universales a las que debe ajustarse la oposición. Si Podemos se aliase ahora con el PSOE, estaría convalidando el sistema constitucional, el régimen de la transición. Y Pablo Iglesias no quiere compartir el poder con el PSOE sino desplazar a la formación socialdemócrata, que considera al servicio de las elites (como el PP), y erigirse en su lugar como representante de las clases desfavorecidas y principal actor si no único del segmento progresista del parlamento. De ahí que Podemos no quiera gobernar ahora sino seguir creciendo mientras permanece en la oposición para intentar el sorpasso, reducir al PSOE a una posición marginal y conquistar el gobierno en la siguiente legislatura.

Este planteamiento es el que ha hecho decir con rotundidad a Julio Anguita, cercano ahora a la aventura de Iglesias, que Podemos y el PSOE "jamás van a gobernar juntos" porque "los escaños de Podemos son una cabeza de playa sobre la que construir un proyecto más amplio. El objetivo es gobernar dentro de cuatro años?".

Evidentemente, este plan de Podemos prosperará o no según las circunstancias: si el sistema actual, desnortado y desacreditado, sigue decayendo, podría dar paso a un experimento populista semejante a los intentos latinoamericanos que se han gestado en torno al castrismo y al chavismo (hoy en franco retroceso por cierto). Sólo si finalmente arranca una nueva legislatura y se recompone el régimen del 78, podríamos escapar de tan inquietante amenaza.

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