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Camilo José Cela Conde

Compañeros de cama

Fue Manuel Fraga, uno de los personajes que hoy se echan en falta en el panorama parlamentario español, quien recordó aquello de que la política conduce a extraños compañeros de cama. La cita original se refiere más a los cañones que al dormitorio pero, entendida en clave sexual, es hasta más cierta.

En la última semana hemos contemplado el intento de un menage à trois urdido casi a la desesperada por el secretario general del Partido Socialista. Desde luego que la fotografía de los interlocutores de ese partido, Podemos y Ciudadanos sentados a la misma mesa fue toda una noticia pero no pasó de allí. Que el líder de Podemos se levantara de la mesa apenas sorprendió a nadie; las apuestas iban sólo de cuántos días o cuántas horas pasarían antes de la espantada. Fue un suspiro anunciado de antemano.

No sé si los compañeros de cama de ahora mismo carecen de la talla política que tenían quienes montaron los mimbres ahora tan criticados de la transición desde el franquismo a la democracia. Pero lo que queda claro es que son incapaces de compartir cama de la manera como lo hicieron, por poner un solo ejemplo, la máxima autoridad del Ejército, el secretario general del Partido Comunista y el obispo al frente de la Conferencia Episcopal Española. Hablar ahora de líneas rojas y de incompatibilidades suena ridículo cuando se piensa en las concesiones y los pactos que supieron llevar a buen puerto los que, al cabo, lograron dar paso al Estado de derecho.

El asunto resulta aún más ridículo cuando se leen declaraciones como las del portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid, Ángel Gabilondo, quien ha dicho que en ese parlamento de la comunidad autónoma se está produciendo una "alianza natural" entre los socialistas, Podemos y Ciudadanos. El propio exministro dijo que había que ponerle muchas comillas a tal alianza pero el hecho simple de que exista, con o sin comillas, pone de manifiesto que los mismos compañeros de cama muestran melindres muy diferentes en dos parlamentos situados en la misma ciudad.

Por supuesto que no es lo mismo coincidir en la política de oposición de la Asamblea que hacerlo en busca de un pacto de gobierno en las Cortes. Pero lo que más chirría en este asunto es la distancia que hay entre lo que se dice y lo que hace, bien evidente sin más que echar un vistazo a las declaraciones que se sucedieron tras el fracaso de la reunión a tres de Podemos, Ciudadanos y PSOE. Todos estaban dispuestos a hacer concesiones, según nos dicen, pero todos y cada uno hicieron lo contrario esgrimiendo las líneas rojas como único bagaje para la negociación. Que fuese imposible al cabo no extraña a nadie. Lo raro es que se fotografiasen juntos siquiera un instante, aunque cabe suponer que la foto estaba destinada a demostrar la voluntad universal de diálogo. Diálogo de besugos, titulaba La Codorniz. Porque, con semejantes próceres, no cabe pensar en compañeros de cama; todo lo más, en viajeros del mismo autobús hasta la próxima parada.

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