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Antonio Papell

Grietas en el PP

La insistencia de Mariano Rajoy en la fórmula de la "gran coalición" sin que el líder popular haya movido un dedo para traducir el concepto a magnitudes inteligibles ni para facilitar un campo de juego al que hubieran podido subirse el PSOE y Ciudadanos para iniciar un proceso de diálogo y negociación, ha comenzado a exasperar no sólo a las bases populares sino también a los cuadros más jóvenes del partido, que fueron fichados precisamente en junio de 2015 para poner cara a unos intuitivos deseos de renovación que provienen más de la conciencia de que el aggiornamento es inaplazable que de la propia voluntad de llevarlo a cabo. La incorporación de Pablo Casado, Javier Maroto, Andrea Levy y Francisco M. Maíllo a la cúpula popular, seis meses antes de las elecciones del 20D, tuvo un valor simbólico que después no se ha visto confirmado en la práctica pero que mantiene viva la contradicción interna de la gran formación conservadora. De hecho, es público el malestar que ha causado en la "vieja guardia" del PP, hoy personificada en la figura inefable de Javier Arenas, la crítica de algunos de los vicesecretarios a la complaciente actitud de Génova con respecto a la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá.

Al margen de estas tensiones internas, que Rajoy ya ha encauzado y aplacado, hay otros movimientos jóvenes en marcha. El Foro del Pensamiento y Desarrollo a cuyo frente están María Fuster, exsecretaria de Asuntos Europeos de Nuevas Generaciones, y Joaquín Vázquez, secretario de Relaciones Internacionales de NN GG durante seis años ha reclamado con cierta agresividad en enero y en marzo la celebración de un congreso urgente alegando una supuesta vulneración de la ley de Partidos. Y, sobre todo, la Red Floridablanca, también integrada por treintañeros, dirigida por Isabel Benjumea y con un "consejo asesor" de relevancia Florentino Portero, Javier Rupérez, José María Marco, Eugenio Nasarre?, ha comenzado con espíritu constructivo una campaña de recogida de firmas encaminada también a acelerar el congreso y la renovación. El XVII congreso del PP tuvo lugar en febrero de 2012, por lo que el siguiente debió haberse celebrado en febrero de 2015 (tres años después); ahora ya no tendrá lugar hasta que haya nuevo gobierno en España.

El desgaste del Partido Popular a causa de la corrupción sistémica en algunos sectores sensibles del partido nada menos que en la gerencia nacional, con el extesorero Bárcenas como principal inculpado, y en las organizaciones regionales de las comunidades valenciana y madrileña, es muy notorio y llamativo, aunque Rajoy haga un esfuerzo por relativizar el problema y por subrayar su carácter pese a todo anecdótico a su juicio. Parece evidente que el PP no recuperará la prestancia y la imagen hasta que, además de adoptarse las medidas que van dictando los tribunales, se enuncie un nuevo proyecto sustentado por personas no involucradas ni directa ni indirectamente en el escenario grotesco en que se agitaban los principales protagonistas del desaguisado.

Todo indica que este declive no admite soluciones elementales. Si el PP llegase al gobierno por la "gran coalición" o después de unas nuevas elecciones, tendría muchas dificultades para recomponer la figura pero seguramente lo conseguiría (el poder todo lo puede, obviamente). Pero si no lo alcanza, no tendrá más remedio que someterse a un congreso realmente abierto que en este caso deberá incluir también una renovación generacional, para quedar en manos de las generaciones emergentes que ya han demostrado su valía. Y para dejar completamente atrás una situación vidriosa en la que demasiada gente decidió mirar hacia otro lado.

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