Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los ingleses, ya se sabe, andan obsesionados con el tiempo. Es uno de los pocos temas de conversación a seguir con un extraño y de inmediato se concluye, por un lado, que el tiempo es un asco y, por otro, que nadie hace nada por arreglarlo.

En España también hablamos de tiempo pero en otro sentido; no se trata ya de la meteorología sino del reloj. Cada medio año, como se sabe, nos liamos con la hora de más o la hora de menos y, como resultado, la ciudadanía anda con cara de pocos amigos por la mañana porque una hora de diferencia, aunque sea sólo una, trastorna el sueño. El paso siguiente es discutir para qué sirve el tener un horario de verano y otro de invierno y por qué motivo no dejamos los relojes tranquilos a lo largo de todo el año. Pero en esta ocasión el adelanto de una hora ha llevado a otro tipo de discusiones relacionadas en ese horario extraño que seguimos en el reino: el de la Europa central en vez del que corresponde a nuestro meridiano. Con la particularidad de que a los canarios sí que se les deja en su lugar legítimo y de ahí la muletilla de los diarios hablados de la radio con eso de que "son las nueve, las ocho en Canarias".

Entre las dos horas de desfase, la costumbre de dividir el día por la mitad incluso para el horario de las tiendas, la siesta y las comidas y cenas con un retraso de espanto, los españoles somos en verdad diferentes. Creo que uno de los atractivos que tiene nuestro país para los turistas es eso de que a las doce de la noche, la hora de las brujas, haya un gentío en la calle estamos acabando de cenar pero en términos de salud laboral los técnicos han concluido que nuestro ritmo de vida es un disparate. Así que ahora se habla del tiempo no sólo para quejarse de la hora en vaivén sino pensando que habrá que hacer algo para que no tengamos que acostarnos de madrugada habida cuenta de que, con el horario de verano, en abril ni siquiera ha amanecido cuando hay que levantarse.

Como estamos en campaña electoral continua los políticos se preocupan por una vez de lo que les preocupa a los electores. Cuando haya gobierno dejarán de hacerlo pero eso, de momento, está en la agenda. Así que he leído que uno de los líderes de los partidos que antes mandaban y ahora no se sabe ha propuesto convertirnos en europeos de verdad, con jornada laboral hasta las seis de la tarde. Como mi mujer, Cristina, es médico en el servicio de urgencias de un hospital público y cada semana tiene al menos una guardia de 24 horas, me entra la risa cuando leo cosas así. Pero se ve que el ingenio electoral da para eso y para mucho más porque el caballero también propone que nos pasemos al horario de Canarias, Portugal y Gran Bretaña, que es el que nos corresponde. Vaya por Dios. Es necesario entrar en una crisis de desgobierno para que alguien con posibilidades, siquiera teóricas, de gobernar se le ocurra algo tan evidente. El próximo objetivo consiste en que nos dejen el reloj en paz el próximo otoño. Aunque para entonces igual hay ya presidente y no hace al caso.

Compartir el artículo

stats