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José Carlos Llop

¿Y nosotros?

Hay una inundación de calificativos cuando la sangre corre por las baldosas, las aceras o el asfalto. Ante el terrorismo los adjetivos vuelan y corretean, empezando por arriba, o sea, por los reyes: "terrorismo salvaje", dijeron los nuestros. No, altezas, todo terrorismo es salvaje y es innecesaria la recalificación. En la raíz del terror se encuentra el atlas universal de la criminalidad. Y en él, entre otras cosas, el salvajismo. "Terrorismo salvaje": gracias, pero no importa, el lenguaje está para llamar a las cosas por su nombre. Además, están las imágenes, que lo subrayan y refuerzan sin adjetivar. Un crimen horrendo se decía y dice también en la sección de sucesos, cuando todo crimen es horrendo en sí mismo. No resten valor a la palabra crimen, no nos hagan creer que no es suficiente y que hay que añadir horrendo o macabro o espantoso. Todo crimen es horrendo, macabro y espantoso; algunos más que otros, es cierto, pero todos lo son.

En el estallido sangriento se utiliza el lenguaje para agrupar a la tribu. En este caso se dice salvaje o abominable o irracional para que nos quedemos en eso: en el salvajismo, en la abominabilidad, en la irracionalidad. Son palabras que nos dilatan demasiado; tanto nos dilatan que nos hacen pedir un corsé a gritos. Y el corsé está preparado. Desaparece Schengen, vuelven las fronteras y el carnet en la boca en los aeropuertos. Los únicos tranquilos son los terroristas: no los van a pillar: en su terrorismo salvaje también van a cometer la salvajada con su cuerpo y vida. Serán los primeros en saltar por los aires, desmenuzados. No sé si saben lo que defienden; de entrada algo una redención, tal vez que los empuja al suicidio y al asesinato masivo. Es tremendo, desde luego, y es así. Pero lo que sí saben o se lo han dicho es lo que atacan: a nosotros, a nuestras verdades y a nuestras mentiras. Las mentiras: los espejismos que no surgen del desierto sino de nuestra civilización, tan mermada y descreída y desconfiada consigo misma.

¿Exagero? Es posible, pero el presidente Obama en The Atlantic Review nos llama a los europeos "oportunistas redomados" y a Europa la contempla como una base sin consideración geoestratégica, que ha perdido su lugar en el mundo y está destinada como UE a desaparecer. Eso entendí al menos de lo que leí esta semana. ¿Les parece raro? ¿Sabríamos lo que hemos de defender si un día desembarcan los del ISIS por aquí? Vivimos en un país donde una diputada autonómica considera que es igualitario en televisión el porno y la retransmisión dominical de la misa. ¿Alguien da más? Y un alcalde peninsular cree que recibimos la violencia que exportamos. ¿Se refiere a las cruzadas? ¿O a la que desplegaron los almorávides por la península ibérica? ¿A la del sí a la guerra en las Azores? ¿A la de los otomanos que acabaron con Bizancio? ¿Quiénes exportamos violencia? Porque yo no. Y la sociedad está hecha de muchos yoes que tampoco. Pero no sabiendo quienes somos toda defensa es imposible.

Hace años de todo hace años y de lo que no, los hará muy pronto pasé una semana en una ciudad de Oriente Medio. Una ciudad árabe. De madrugada, al llegar a la habitación del hotel, encendía la televisión y veía unas películas de principios de los sesenta, con un color muy cinemascope y technicolor, donde los cristianos eran taimados y traidores y los árabes nobles y buenos. Este mundo lleva siglos coexistiendo con el nuestro: ambos son verdad y ambos mienten. Pero repito: si no saben lo que defienden que muchos sí lo saben sí saben lo que atacan. Y nosotros mientras tanto, buscando el adjetivo más efectista. Salvaje, terrible y toda la saga. Bla, bla, bla: sólo falta que digamos increíble.

Debe de ser la pérdida del sentido de las palabras y las cosas. Llevamos años en que las Humanidades están en trance de extinción y la economía y las ciencias en auge. Luego resulta que la economía no sirve para prevenir una crisis y que nuestros científicos han de emigrar porque aquí no hay ná. ¿Y las Humanidades? Eso es lo que somos nosotros, lo que éramos, lo que nos distingue, lo que es Europa. Grecia y Jerusalén, la democracia, el latín y el griego, la filosofía, los sabios medievales y el gran salto renacentista. Después vino todo lo demás, con el relativismo como denominador común. Y esto hace que la importancia de la fe ¿se han fijado en cómo vive la misa televisada, por ejemplo, una anciana que ya no puede moverse de su casa y como esa misa le ayuda a prepararse para la muerte? tenga parecida importancia, para la diputada, que el porno televisivo. En fin: no es una frase desafortunada, es un pensamiento idiota, sin más. Pero las idioteces, de un signo y otro, están al cabo de la calle. Están en la calle. Dominan la calle.

Si los del ISIS desembarcaran algún día como El Mahdi en el Jartum de Gordon, por ejemplo: su belicosidad es la misma, no sabremos lo que hay que defender y no sabiendo quienes somos toda defensa es imposible. Toda defensa inteligente, quiero decir, que es previa, y mucho, a cualquier combate. La defensa en bruto estará al alcance de los que la conocen y usan y los demás ya habremos caído vaya a saber usted ante quién. Ante nuestra propia estupidez lo más probable.

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