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Llorenç Riera

La vicepresidenta mécanica y confiada

Poncio Pilatos es un de los personajes claves de la Pasión. Ha hallado relevo. En esta Semana Santa de 2016 le suple a la perfección Rosa Estaràs con el papel que desarrolla en el vía crucis del caso Nóos. La exvicepresidenta de Jaume Matas se lava las manos, pero la operación de higiene político personal que despliega no le garantiza que pueda mantenerlas impolutas. Las contradicciones desempeñan la misma función que el agua turbia. Ni limpian ni purifican. Más bien dejan en evidencia.

La eurocámara ejerce para Rosa Estaràs la misma función que el palacio del prefecto romano que no quiso mojarse sobre la crucifixión de Jesucristo. Se parapeta y protege en ella. La condición de eurodiputada le permite mantener una conveniente memoria selectiva. Recuerda las preferencias y ordenes de Jaume Matas, pero no lo que ella firmó. Tampoco le inquietan las decisiones adoptadas a partir de actos inexistentes. Eran directrices del president y punto. La firma para Estaràs es puro acto mecánico, la rúbrica y expresión de la máxima confianza hacia sus superiores. A decir de la afectada, el ejercicio de la vicepresidencia del Govern no implica cautela, concentración en el detalle, ni pulcritud, está basado en una confianza a ciegas que convierte el cargo en mero ejercicio burocrático. Podemos ya le ha pedido responsabilidades políticas por ello. Reclama al PP que le exija la devolución del acta de eurodiputada. Otro formalismo que no se cumplirá. Pero las responsabilidad política de Rosa Estaràs sigue latente.

Su descripción de ayer en calidad de testigo en el juicio del caso Nóos concuerda muy poco con el recuerdo de su práctica como vicepresidenta del Govern en el periodo 2003-2007. Estaràs adquirió mérito como controladora del aparato de la administración autonómica. Sin embargo, ayer se desvinculó de casi todo. Rebajó su condición a la de delegada del president y alegó desconocimiento de cualquier irregularidad que hubiera podido producirse. Según ella, tampoco nadie le advirtió de que las cosas pudieran estar haciéndose mal.

Estaràs describió a Matas como un forofo de la Casa Real. Dijo que el expresident estaba interesado en priorizar cualquier vinculación con la monarquía y que por ello se contrató directamente al instituto Nóos.

A partir de este principio único, la eurodiputada sí recuerda que los 2,3 millones del Illes Balears Forum no fueron objeto de debate previo alguno y admite que nunca asistió ni fue convocada a reuniones de la Fundación Illesport de la que era patrona. Pero firmaba las actas. Le bastaba que vinieran de presidencia para avalar la ficción como real.

Rosa Estaràs ha logrado pasar de puntillas sobre el caso Nóos. Pero no lo ha hecho con buen nombre y sí con escasa convicción. Ha sabido aprovechar la conjunción de cargos institucionales y las distancias físicas y políticas. Quizás sea uno de los mejores ejemplos de la conveniencia de revisar los aforamientos.

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