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El coste de las nuevas elecciones

Se dice con reiteración que si hubiera que celebrar nuevas elecciones el 26 de junio, se habría acreditado un gran fracaso del régimen político. En efecto, ello significaría que las fuerzas políticas del sistema representativo habrían sido incapaces de cumplir el mandato popular, que es el expresado en las urnas. Pero, además, repetir las elecciones no es sólo el reconocimiento de una impotencia sino también incurrir en un gasto muy relevante, que como es natural deberemos afrontar entre todos. En efecto, las elecciones del 20D costaron unos 130 millones de euros de los presupuestos públicos, desglosados así: logística (12,5 millones), administraciones públicas (55,1 millones), Correos (48 millones) y telecomunicaciones (12,8 millones), más un millón y medio de euros destinados a imprevistos. A esta cantidad habría que sumar los retornos percibidos por los partidos según los resultados obtenidos. Es evidente que el precio de las elecciones no admite regateos en una democracia, ya que cuanto se invierta en gobernabilidad tendrá siempre rendimientos muy generosos, pero no deberíamos perder de vista este elemento material: despilfarrar recursos públicos es siempre condenable, y en este caso no tiene además sentido hacerlo cuando y se sabe que las nuevas elecciones no van a variar sensiblemente la correlación de fuerzas del 20D, con lo que el problema seguirá siendo el mismo.

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