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Antonio Papell

La crisis sindical

La renovación de la cúpula de la UGT en el 42 congreso de la organización llega con unos sindicatos en situación francamente precaria (el hecho de que el secretario general de ese sindicato haya permanecido nada menos que 22 años en el cargo y el de que se haya despedido sin apenas autocrítica no son ajenos a tal precariedad).

Las razones de tal decadencia son muchas y variadas, y convendría examinarlas con detenimiento y rigor para intentar rescatar estas instituciones o, en su caso, para enterrarlas definitivamente, como han hecho cuando han podido las fuerzas más conservadoras en nuestro contexto sociocultural. En cualquier caso, la afiliación sindical ha caído a mínimos históricos. Entre 2009 y 2015, las cuatro principales centrales de España CC OO, UGT, CSIF y USO, que representan en torno al 80% de los trabajadores en la negociación colectiva, han perdido 584.788 personas, según datos de un periódico económico que ha consultado con las centrales. El sindicato que más ha perdido es CC OO: sus afiliados han caído un 24,4% desde los 1.203.307 registrados en 2009 a los 909.052 al final de de 2015. A continuación, UGT sufre una sangría de 276.617 miembros, desde 1.205.463 en 2009 a los 928.846 en 2015. Y en los últimos siete años también han disminuido los afiliados de CSIF (-6.622) y USO (-7.249).

El declive proviene de los propios errores de los sindicatos y del esfuerzo político por minar su papel en la negociación colectiva, cuando no de la negación de la negociación colectiva misma. En lo tocante a la primera causa, los errores, conviene recordar que Cándido Méndez tuvo que reparar a su llegada el gran estropicio de la cooperativa PSV; más tarde, los sindicatos han estado involucrados en el escándalo de los ERE y en el de los cursos de formación; asimismo, han tenido que pechar con otros incidentes de corrupción como el de las tarjetas black en Cajamadrid y el protagonizado por el asturiano Fernández Villa? Todo ello ha redundado en la expulsión de los sindicatos de la actividad de formación?

En lo referente al papel social y político de los sindicatos, es conocido que deben optar entre tres objetivos alternativos: la maximización del empleo, la maximización del tipo medio de salario o la maximización de los ingresos totales de los sindicados. Si eligen el primer objetivo, el empleo máximo sólo se conseguiría para un salario medio indeseablemente bajo; si eligen el segundo, el máximo salario implicaría un crecimiento del volumen de empleo demasiado reducido; sólo si eligen el tercer objetivo es posible lograr el crecimiento de la afiliación, indispensable para mantener la representación institucional (recibir fondos públicos, intervenir en la gestión de los planes de pensiones, en la legislación sobre seguridad laboral, en los organismos consultores de la Administración, etc.) y para mantener en régimen de monopolio la negociación social en la firma de convenios colectivos.

Naturalmente, este papel queda muy disminuido cuando, como es el caso, la normativa laboral posterga la gran negociación salarial, elimina la ultraactividad y da primacía a los convenios de empresa sobre los de sector. Por eso, los sindicatos no sobrevivirán si no se revierte en parte la última legislación laboral, pensada para combatir la crisis y generar a toda costa empleo, aunque sea a través de una gran devaluación salarial.

Los sindicatos son actores sociales que equilibran la relación interna entre capital y trabajo del mercado. Y si se piensa que la negociación colectiva es un derecho básico del trabajador para negociar sus propias condiciones laborales, habrá que apostar por la vitalización de tales organizaciones, a las que corresponde un indudable papel en la armonía del sistema productivo.

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