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Llorenç Riera

Soluciones para un problema exagerado

La ecotasa no podía sucumbir por segunda vez. Hubiera sido un escándalo porque en esta nueva oportunidad lo hubiera hecho antes de su estreno, porque era una de las promesas insignia de los socios de gobierno y porque no se observan motivos justificados para el fracaso reincidente. También debido a que esta comunidad de financiación insuficiente no puede despreciar el maná que le permita crear, o mejorar, algún oasis en el desierto de la sobreexplotación turística.

Con los propios elementos del acuerdo que ahora se esboza se confirma la dimensión artificial del problema creado. Está alimentado a base de afán de protagonismo y de una falta de práctica política centrada, en su mayor medida, sobre Podemos, formación más aficionada a la capacidad de sobresalto que a la intención resolutiva. La ecotasa es ya, en términos teóricos, un pastel repartido antes de ser elaborado. Menos mal que se introducen correcciones en sus ingredientes porque, por el tortuoso camino emprendido, hubiera acabado agriándose antes de ser servido. No solo el tributo, sino el mismo Pacto. El ambiente no es tan sano ni la predisposición tan buena como apunta David Abril. Basta mirar las tensiones vividas ayer mismo en los pasillos del Parlament a cuenta de la solvencia de la representación popular de cada uno. Es mero índice de insuficiencia de madurez. Pero el "matrimonio" sigue adelante a pesar de todo, como apunta Alberto Jarabo.

El líder de Podemos comunica que se han producido avances en la negociación de la ecotasa, lo cual significa que su formación logra hacer valer sus criterios. El Impuesto de Turismo Sostenible se destinará, en buena medida, a los proyectos ambientales que lo concibieron y se habilitarán canales de participación ciudadana a la hora de concretar contenidos. Permaneceremos pues a la espera de observar la viabilidad de esta fórmula y si en ello se incluye la evasión de decisiones ordinarias por parte de quienes concurrieron a las elecciones con programas y compromisos.

Jarabo también confirma que se avanza en lo que el mismo denomina territorialización de la ecotasa, pero advierte que todavía se debe idear la "fórmula exacta" para aplicar esta distribución geográfica. Se trata, apunta, de unos máximos y mínimos para un reparto "justo y equitativo" que deberán proponer los consells de cada isla.

Podemos logra que la ecotasa se sacuda la tentación de ser destinada a fines alejados del medio ambiente, como las residencias de la tercera edad, señaladas como ejemplo de una mala praxis potencial. En definitiva, en el trasfondo, subyace el permanente escollo de la insuficiente financiación autonómica y también ligado a ello, el desmesurado número de pretendientes que tiene la ecotasa. A fueza de resquemores, es muy posible que el tributo acabe teniendo serias dificultades para entrar en vigor coincidiendo con el apogeo de la ya cercana temporada turística. Al Pacto no le queda mejor remedio que el de aprender a medir con precisión las consecuencias de sus pulsos internos, tanto por lo que respecta al desgaste político, como a la efectividad de las medidas que tiene entre manos.

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