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Llorenç Riera

La pobreza de los buenos tiempos

Estamos cansados de oír, desde distintas direcciones, que en Balears las cosas van considerablemente bien. Que esta comunidad dispone y ha tenido mayores recursos que otras para adquirir ventaja en la salida de la crisis y que nadie le gana en España en cuanto a la generación de empleo. Puede ser así, pero en todo caso, el fenómeno se produce desde la precariedad o a modo de trampolín para remitir beneficios al exterior. Las rentas no se quedan en Balears. En las informaciones publicadas en los últimos días por este periódico ya ha quedado claro que la mayoría de contrataciones vacacionales para las islas se hacen en el extranjero por parte de touroperadores y empresas de fuera.

Conocida también la práctica dependencia total del turismo, por parte de Balears, no puede extrañar tanto que ahora se confirme la considerable perdida de riqueza de los residentes y el consiguiente deterioro de su Producto Interior Bruto (PIB). Se podía percibir con claridad pero, por si acaso, ahora lo confirma, con datos consistentes, el último informe de Eurostat, el equivalente europeo del Inem.

Si en 2007 la riqueza media de las islas estaba un 13% por encima de la europea, en 2009 ya se había quedado en el 9,5%, en un descenso incontrolado que en 2014 ha acabado dejándolo en el 4% por debajo de la media continental. Hoy la renta de un balear se sitúa en el promedio de 26.600 euros y de un europeo en 27.500. La situación de las islas no tiene nada que ver con la región más boyante, el oeste de Londres, donde la renta se quintuplica para alcanzar los 148.000 euros. A partir de ahí, los paquetes vacacionales son pura baratura, tanto para el comprador como para el teórico beneficiario, el balear de sueldo y contrato precario. En el año 2000, este archipiélago estaba entre el medio centenar de las regiones más ricas de Europa. A finales de 2014 había descendido hasta el puesto 121 de un total de 276. Los especialistas coinciden a la hora de concretar los motivos de la considerable perdida de riqueza en Balares. Obedece sobre todo al alto deterioro de la productividad que obliga a recurrir al uso intensivo de los recursos humanos, con salarios muy bajos y escasa cualificación profesional. Con estos condicionantes se está limitando en demasía la capacidad efectiva de generar riqueza. Sin duda, todo ello está ligado de forma muy directa a la excesiva, casi exclusiva, dependencia del turismo.

Las industrias propias de las islas han ido perdiendo de modo progresivo diversificación y peso específico. La insularidad ha tenido mucho que ver en todo este proceso negativo. Según los analistas de los movimientos económicos de Balears, no quedará otro remedio que el especializarse en materias que no deban depender del transporte. El diseño, las nuevas tecnologías y el desarrollo informático serían buenas propuestas en este sentido. Habrá que aprender de una vez por todas que el turismo, sin negarle primacía alguna, debe abandonar sus tendencias de monopolio exclusivista.

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