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El negocio de la política

En cifras redondas, en las pasadas elecciones y sólo teniendo en cuenta los cinco partidos mayores, el PP pagó a la postre unos dos euros por cada voto conseguido. El PSOE, 1,63 euros, Podemos 0,50 euros, Ciudadanos 1,26 euros y, por último, IU-UP 2,82 euros.

Lo importante de estas cifras es que permiten comprender que el voto, que para muchos votantes es un acto sin valor monetario, en realidad es algo que tiene un precio no despreciable. Y si tenemos en cuenta que, al menos en relación con el PP y el PSOE, la financiación es más bien opaca „hay acusaciones firmes de financiación ilegal„ las cantidades arriba descritas deberían multiplicarse por un factor desconocido.

Visto lo anterior, la pregunta inmediata es: ¿por qué razón un partido político pone tanto dinero para conseguir un voto? En principio, los partidos son entidades sin ánimo de lucro. Si le preguntan a cualquiera de los que han obtenido un escaño, verán que toma aire y, con voz campanuda, responde algo así como que "Queremos ayudar al progreso de la sociedad€".

Bueno; es posible que exista algún político que realmente crea en su propia voluntad de servicio. Dejando el beneficio de la duda para los partidos que menos han gastado y, al menos haciendo referencia al PP y PSOE, la réplica que cualquiera de nosotros daría a cualquier político que presuma de su santo altruismo, sólo podría ser el castizo "no me hagas reír, que tengo el labio partío".

Dicen que un político de época no muy lejana dejó escapar, en un alarde de sinceridad, que se había metido en política "para forrarse". La verdad indiscutible es que, quien lleva ya años metido en la política, ha hecho oficio de su escaño. Unos viven „o malviven„ trabajando en una obra, labrando la tierra o vendiendo coles en el mercado. En cambio, los políticos obtienen unos ingresos „llamémosle salarios„ que, pese a los supuestos esfuerzos de transparencia, son cualquier cosa menos transparentes. A la postre, un partido político es una empresa cuyo objetivo inmediato es dar de comer a sus empleados.

Ahora, hablaremos de corrupción. Está claro que muchos políticos „al parecer, cada día más„ no se conforman con su salario, el que más o menos conocemos. No es posible dar cifras, ni siquiera aproximadas, pero el presupuesto de las empresas que son los partidos, llega hasta cantidades las colocan cerca del nivel de las grandes. No sólo son empresas; son grandes y poderosas empresas. Tienen todas las infraestructuras necesarias: directores, consejos de administración tesoreros „los tristemente famosos tesoreros„ contables, analistas de mercado, publicistas€ todos tienen su nivel jerárquico y, naturalmente, su sueldo, que puede venir en forma de nómina, pero que, en una parte desconocida, y seguramente no despreciable, son los famosos sobresueldos. Es indiscutible que los partidos son máquinas de hacer dinero pero, hoy por hoy, son los pozos más negros del dinero negro. Algo que no puede dudarse porque, si una empresa dice que fabrica automóviles, nadie duda de que en realidad fabrica automóviles. Pero si una empresa dice que se ocupa de promover el progreso y el bienestar de los ciudadanos, sabemos que en realidad se ocupa, más que nada, de ganar dinero y esconderlo. Por todos los procedimientos posibles o imposibles. Una terrible mentira que es el pecado original de los partidos políticos.

Pero todo lo dicho hasta aquí sólo es una pequeña parte de la historia. Cada día leemos que ha aumentado la diferencia entre las capas más altas y las más pobres de la sociedad. Cada día leemos sobre los beneficios crecientes de los bancos, las eléctricas o los hoteleros. La realidad es que, sin necesidad de manejar dineros turbios y sin necesidad de "cajas B", la política mueve, por otros caminos, cantidades ingentes de dinero. Dinero absolutamente legal.

Como empresas, los partidos sólo son peones entre las empresas realmente grandes. Dictando y aprobando leyes que en principio podrían ser más o menos discutibles, se encargan de que los negocios "de toda la vida" mantengan su prosperidad y sus beneficios. Es mucho mejor y da mucho más rendimiento cambiar una ley que atracar un banco. O que dar y recibir un soborno. El dinero B de los partidos y los "sobres" de sus dirigentes sólo es calderilla.

El problema de las grandes empresas y los grandes partidos está en que, esta vez, una pandilla de desharrapados, intenta -o, al menos, dice que intenta- salir fuera del sistema. Que alguien haya conseguido sacar cinco millones de votos pagando sólo 50 céntimos por cada uno, conmueve las bases de todo lo que hasta ahora fue perfectamente estable. Y la maquinaria del verdadero dinero tiene que ponerse en marcha. Necesariamente. Es preciso investigar hasta la última costura de los bolsillos de esos revolucionarios de poco pelo y es necesario invertir todo lo que sea preciso en antipropaganda, sin que importe si lo que se afirma sea cierto o falso. Difama, que algo queda. Deben ponerse en marcha, sin reparar en procedimientos ni medios.

Hay demasiado en juego.

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