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Más de 50% de los militantes del Partido Socialista Obrero Español han participado en la consulta impulsada por el secretario general y candidato a ser investido como presidente esta semana que hoy empieza El 75% de los participantes ha contestado que sí a una pregunta que en realidad no lo era. Y el equipo de Pedro Sánchez declaró, tras conocerse el resultado, que les había producido una "razonable satisfacción".

Esas dos palabras, al verse juntas, se baten en duelo. Cuando uno siente alegría ante cualquier suceso, ya sea el resultado de una votación, el premio de la lotería o la boda de un pariente, dice que está muy satisfecho. ¿Se imaginan ustedes a la madre del novio decir que está razonablemente satisfecha con su nuera? Lo razonable obedece a otro orden de las cosas, a tener que dar por bueno lo que hay habida cuenta de que podría haber sido mucho peor.

Pero lo cierto es que el secretario general Sánchez debería estar dando saltos de alegría porque los militantes de su partido confían tan ciegamente en él que han dicho que sí a una pregunta en verdad tramposa. Decía de manera textual lo siguiente: "El PSOE ha alcanzado y propuesto acuerdos con distintas fuerzas políticas para apoyar la investidura de Pedro Sánchez a la Presidencia de Gobierno. ¿Respaldas estos acuerdos para conformar un gobierno progresista y reformista?". La primera trampa consiste en que no es cierto que el candidato haya cerrado pactos con distintas fuerzas políticas si dejamos de lado los apoyos folklóricos. Cerró el pacto con Ciudadanos y lo menos que se podría exigir es que se dijese que es así en el texto.

La segunda trampa o, si se prefiere, nimiedad, es el preguntar a los militantes socialistas si respaldan un gobierno progresista y reformista. ¿Qué van a decir? ¿Qué no? Resulta que todo el mundo en la política española se define hoy como reformista y progresista, incluso los sectores del Partido Popular que gritan "basta ya" a las historias de corrupción generalizada. De no querer cambiar la Constitución salvo chantaje europeo hemos pasado a que hacer una nueva o, al menos, lavarle la cara a la actual se ha vuelto el primer punto de cualquier programa. Y, que yo sepa, nadie propone hacer cambios en el sentido de ir contra la reforma y el progreso.

Así que los militantes del PSOE le han dado a su candidato a presidente del Gobierno un cheque en blanco: que pacte con quien quiera. Por más que el Comité Federal tenga luego la última palabra, Pedro Sánchez ha obtenido lo que deseaba, el mantenerse como líder apoyado por la militancia al menos hasta después de la sesión de investidura. Y sólo se muestra satisfecho de una forma razonable. ¿Con qué resultado habría echado las campanas al vuelo? Quizá con un 75% de apoyo a la pregunta que o no quiso o no le dejaron hacer: si, llegado el caso de unas nuevas elecciones, se mantendría él en el primer puesto de la lista del PSOE.

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