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Antonio Tarabini

La investidura, y ahora qué

Mañana se inicia la investidura del candidato Pedro Sánchez (PSOE) como presidente del Gobierno de España. En primera instancia se necesita una mayoría absoluta, imposible de alcanzar. Pero en segunda ronda, el viernes o sábado, le bastaría únicamente una mayoría simple, de muy difícil obtención a no ser que se produjera una mayúscula sorpresa. Pero que no obtenga los votos necesarios en tal investidura no significa la convocatoria automática de nuevas elecciones. El jefe del Estado, el Rey, tiene un máximo de dos meses de gracia para disolver las Cortes y convocar elecciones. A partir del día 6 de marzo, pueden darse nuevas (o viejas) conversaciones para alcanzar un pacto de gobernabilidad.

Sobre la mesa sigue el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos. Como quedará patente durante los debates y votaciones de Investidura, tal acuerdo no implica la investidura de Sánchez, y mucho menos de gobierno o de legislatura. Entre ambos suman 130 votos (quizás alguno más si otro grupo vota positivo a la investidura de Sánchez), a años luz incluso de una mayoría simple. Pero, no me consta que ésta fuera su intención inicial, es muy probable que el contenido del acuerdo PSOE-Ciudadanos se utilice por parte de sus firmantes como un instrumento de bases para negociar con otros partidos no sólo una nueva investidura sino también un gobierno de coalición y un pacto de legislatura. El documento tiene lagunas y ambigüedades no tanto referidas a las propuestas de “regeneración democrática” (que en casi todos los casos, especialmente los constitucionales, necesitarían el plácet de los populares), sino principalmente las incluidas en las áreas socioeconómicas (reforma laboral, LOMCE…) y en el ámbito territorial (léase Catalunya y también aspectos competenciales y de financiación que afecta a otras autonomías).

La situación, hoy por hoy, es compleja. Los máximos órganos directivos de C’s han aprobado por unanimidad del acuerdo con el PSOE y la consiguiente dinámica de negociación. A su vez los socialistas mediante referéndum han obtenido unos resultados significativos y positivos para su candidato. A pesar de “desajustes significativos” en los contenidos, han participado un 52% de militantes, y un 79% han votado “Sí” (en nuestra comunidad 55% de participación y un 75% de voto positivo). Muy probablemente hay que interpretar la bondad relativa de los resultados, como un apoyo de los militantes a las iniciativas de su secretario general y a los planteamientos serios y coherentes de la comisión negociadora con Podemos. En los extremos las reacciones han sido inmediatas. Rajoy a la derecha, y Podemos (más IU y Compromís) a la izquierda. Y, perdonen mi expresión, con notables “ataque de cuernos”. Para Podemos es simplemente una traición de los socialistas. Para Rajoy es simplemente una traición de Ciudadanos.

En las supuestas negociaciones, Rivera tiene y tendrá dificultades para convencer al PP, incluso en un pacto de mínimos de imprescindibles y urgentes cambios legislativos. A pesar de que incluso en el interior del PP coexisten militantes silentes (algunos significativos) que consideran que Rajoy está amortizado, su líder se considera insustituible. A pesar de las fuertes y crecientes presiones de los poderes fácticos españoles y europeos (políticos, financieros, macroeconómicos…) sobre los populares para que acepten como “mal mínimo” la abstención, Rajoy y los suyos permanecen enrocados en la “gran coalición” (PP-PSOE-C’s) naturalmente presidida como gran timonel por Rajoy manteniendo y no enmendallas sus fracasadas políticas, y a lo máximo cambios “estéticos” a la Constitución.

Podemos, IU, Compromís…. se muestran “abiertos”, con distintos tonos e intensidades, a recuperar las negociaciones con los socialistas para la formación de un gobierno de coalición estable, reformista y de progreso. Fácil no será, pero posible sí. ¡Atención!, porque los votos positivos de PSOE, Podemos, IU, Compromís (incluidos, en su caso CC y PNB) no son suficientes. Se necesita los votos la abstención de Ciudadanos, y/o los votos catalanes soberanistas). Sin renunciar a aspectos fundamentales de cada programa electoral, los pactos necesariamente, tendrán que tener cierto carácter transversal. Sin pretender ofenderles, les aconsejaría distintos y exitosos manuales como Incidencia política, comunicación y formación de coaliciones de K. Sirker, y/o distintos ensayos sobre el equilibrio de Nash.

Comprendo que la ciudadanía esté harta. Y unas nuevas elecciones significarían un serio fracaso de todos los partidos, aunque con distintas dosis de responsabilidad. Y además es muy probable que los resultados, sin duda con algunos cambios, no modificaran sustancialmente la realidad política surgida de las elecciones del 20D.

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