El actual escenario político nacional me recuerda a aquella fantástica película del año 1989, dirigida Arthur Hiller y protagonizada magistralmente por Richard Pryor y Gene Wilder en la que, en una de sus más hilarantes escenas, el primero que interpreta a un invidente, conduce un coche por la ciudad dirigido por el segundo que interpreta a un sordo. Y todo ello intentando transmitir que la situación era de lo más normal. Pues así llevamos desde el 20 de diciembre de 2015.

Pero omitiendo la resolución de la cuadratura del círculo que intentan resolver nuestra cualificada clase política; el resto de ciudadanos, que generan la riqueza real necesaria para mantener el sistema en el que están incluidos esa clase cada vez menos dirigente, está comprobando que el país sigue adelante, que sigue funcionando a pesar de los mensajes intencionados y manipuladores que desde diversos medios mandan a navegantes. Y es que la que mantiene todo el sistema es la economía real y no la financiera; y la primera necesita ante todo estabilidad.

Estabilidad que se consigue gracias a que actualmente la política está entretenida en ella misma y está dejando que las empresas funcionen con unas reglas estables, las mismas, mejorables pero que no se modifican cada dos por tres a través de nuevas leyes, reales decretos, reformas, contrarreformas y reformas de contrarreformas.

Tal locura de modificaciones que venimos arrastrando se observa en ejemplos como el que el número de páginas del manual de la renta en 2011 era de 893 páginas y en apenas tres años casi llega a las mil. Y eso no puede ser bueno. El ajedrez tiene su origen en el siglo VI y sus reglas nunca se han reformado. El ejemplo es una exageración pero lo anterior tampoco se queda corto. Además todas las reformas fiscales han complicado más que ayudado a las personas y empresas. Uno de los últimos inventos y que obligará a las compañías a invertir en tecnología contable de última generación son los recogidos en los nuevos incentivos vinculados al incremento de patrimonio neto en las sociedades denominados "reserva de capitalización" (artículo 25 de la ley del impuesto sobre sociedades LIS) y "reserva de nivelación de bases imponibles" (artículo 105 LIS) aplicables ya en 2015.

Incentivos que si bien supondrán oxígeno en las cuentas de las empresas que se lo apliquen, también es verdad que lo gastarán en aplicarlo correctamente por su compleja instrumentación. Sobre todo para las PYMES que ya tienen suficiente carga cada día con levantar la verja y trabajar para recaudar lo suficiente para llegar a final de mes.

(*) Director de Salomó& Bonet-Godó asesores, doctor en Economía Aplicada