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Llorenç Riera

La excepcionalidad interna de la Policía

Cada incidencia supera o complica, todavía más, a la anterior. Está claro que la Policía Local de Palma es hoy un hervidero y una fuente de inquietud para muchos agentes del cuerpo, para los cargos electos de Cort y para bastantes ciudadanos que, en contra de lo sostenido por Antoni Morey, sí se preocupan por una Policía que necesitan y tienen por propia.

Estaba claro que habría reacciones determinantes después de los escritos publicados en Facebook por el comisario jefe. La situación se había vuelto irreversible. Una vez que los mandos más significativos del cuerpo han cuestionado el encarcelamiento preventivo de los encausados por las irregularidades de la Patrulla Verde, ni la instrucción puede confiar en ellos, ni ellos mismos están en predisposición objetiva para la colaboración con el juez y el fiscal. Las lesiones son, sin duda alguna, profundas. Aparte de las decisiones procesales adoptadas, lo demuestra también el hecho de que los mandos optaran por la réplica sabiendo, como sin duda sabían, cuáles serían unas consecuencias que empezaron a hacerse efectivas ayer mismo.

El ayuntamiento ha abierto expediente disciplinario y suspendido de empleo y sueldo al comisario jefe, Antoni Morey y al comisario Joan Mut. Miquel Pericás también es cesado de la comisión de servicios de comisarios, aunque no se le abre expediente disciplinario. La jefatura de la Policía Local de Palma está a la espera de que se convoque el concurso para dotar de titularidad al puesto. Mientras, la dirigirá el mayor José Antonio Bravo. Se considera que los altos mandos que ahora se sancionan han incurrido en faltas graves y muy graves al no haber seguido los protocolos internos establecidos para publicaciones en los medios de comunicación.

El alcalde, José Hila, admitió ayer que las medidas adoptadas son "dolorosas" pero al mismo tiempo se mostró firme ante la necesidad de "depurar las responsabilidades pertinentes". El primer edil también aludió a la evidencia de la "situación excepcional" que atraviesa la Policía de Palma y se esforzó en transmitir un "mensaje de tranquilidad", tarea nada fácil, visto el panorama actual y sus constantes avatares.

Cuando el primer edil sostiene que todo acabará cimentando una "policía más motivada y profesional", recoge, sin duda alguna, un deseo mayoritario, pero también una aspiración que se va devaluando y que casi parece inalcanzable, a base de incidencias y sobresaltos vividos.

La estructuración profesional y la dignificación definitiva de la Policía Local de Palma no puede esperar más. La corrosión interna no debe seguir debilitándola. A todo lo pendiente habrá que añadir ahora la conveniencia de dar con el autor de las amenazas a Martí Capó y descifrar porqué un comisario jefe "muy dolido" decide romper todas las reglas y perjudicar, sin paliativos, su propia carrera profesional. La Policía debe ser capaz de protegerse a sí misma para después poder proteger a la ciudad con todas las garantías necesarias pero, de momento, vista la situación, no está garantizado que la marejada interna quede calmada del todo en los próximos días.

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