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Llorenç Riera

Presión, lamento y amenaza en la Policía

Cada vez que aparece un nuevo elemento o información vinculada a los agentes de la Policía Local de Palma detenidos por presunta extorsión y negligencia en su actuación profesional, queda claro que la problemática que aqueja al cuerpo y repercute ya en buena parte de la estructura del ayuntamiento de Palma, es extraordinariamente grave. Uno no puede dejar de asombrarse ante unos hechos evidentes pero que, dada su magnitud y despropósito, parecen irreales. No queda más remedio que aclarar responsabilidades cuanto antes, clarificar las desviaciones y estructurar, de una vez por todas, un cuerpo policial eficaz y al servicio de la ciudad, sus residentes y los visitantes que la invaden.

Esta semana hemos asistido a las amenazas, nada anecdóticas, en forma de pintada, vertidas contra el director general de Seguridad Ciudadana, Martí Capó, y la consiguiente reacción de la regidora del área, Angélica Pastor, en el sentido de no dejarse amedrentar y de que "no nos pararán" frente a la corrupción policial. Ahora contemplamos atónitos un escrito publicado por el actual mando del cuerpo, Toni Morey, en su muro de Facebook, en el que se plantea un sinfín de interrogantes sobre las detenciones de policías y los acontecimientos de los últimos meses, nada edificantes y nulos en el sentido de poder generar confianza entre los propios agentes y hacia la ciudadanía.

Llama la atención que en el escrito se cuestione casi todo, excepto la actuación de los policías detenidos. Entre la ironía, el resentimiento y el victimismo, el alto mando policial se lamenta de no haber podido defender con mayor eficacia a los agentes encausados. Es, desde luego, un escrito impropio del cargo que ocupa Morey. Quizás lo único asumible de él es el deseo de que todo se aclare y termine pronto. Para ello sería deseable que el propio cuerpo municipal y sus cargos contribuyeran de manera decisiva en la investigación planteada.

Resulta inconcebible, como llega a plantearse en la carta colgada en la red social, que todo el mundo, desde la prensa al resto de cuerpos de seguridad y hasta jueces, fiscales y políticos, se hayan puesto de acuerdo para organizar el acoso y derribo de la Policía Local de Palma en la que, no lo olvidemos, la mayor parte de su masa de agentes trabaja desde la legalidad y la profesionalidad, pero también se demuestra que existe un colectivo nada despreciable de amigos de la irregularidad y la corrupción. Por fortuna, en un estado de Derecho, las cosas no funcionan del modo que insinúa Morey.

Si en su día el trabajo de control y depuración interna se hubiera hecho bien, la desviación de la Policía Local de Palma no hubiera alcanzado los extremos actuales. Se arrastra mucha responsabilidad política en este punto. Solo cabe esperar acierto en la reestructuración emprendida ahora.

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