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Pedirse el BOE

Gobernar es legislar, reza el aforismo clásico. Y Pablo Iglesias y sus conmilitones, que vienen de Políticas, deben estar cansados de escuchar que lo verdaderamente importante de ostentar el poder es tener la facultad de escribir en el Boletín Oficial del Estado. Pues bien, una vez conseguida una representación aceptable que les permite aspirar a formar parte del Gobierno y puestos a repartirse el poder que derivaría de semejante paso, los de Podemos han decidido pedirse lo más importante, el Boletín Oficial del Estado. Han confundido la función con el instrumento, e Iglesias, dispuesto a aprovechar la oportunidad, ha decidido ser todo lo ambicioso que haga falta: quiere quedarse con el espionaje del Estado el Centro Nacional de Inteligencia (CNI); con la institución que pulsa constantemente la opinión pública El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y con el aparato de mandar el Boletín Oficial del Estado (BOE). La confusión es tan pueril que mueve a la carcajada. No hace falta decir que el BOE es desde 2007 una pequeña agencia estatal, heredera de la La Gazeta de 1676 y de La gaceta de Madrid de 1697, que fue Gaceta de la República desde 1936 y Boletín Oficial del Estado desde 1939. Desde que el BOE no se imprime en papel, el puñado de funcionarios de la dependencia administrativa ha disminuido. Pues con esto quiere quedarse Iglesias para sentar plaza en el Estado, que es de todos.

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