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Llorenç Riera

Saber guardar y administrar el agua

El almacenamiento y uso adecuado del agua siempre ha sido un arte mejorado por la necesidad en un lugar de tórridos veranos y clima variable como Mallorca. Por eso se pudo afrontar cualquier penuria de abastecimiento esencial hasta que la veneración absoluta del becerro de oro llamado turismo lo desbarató todo despreciando los ciclos naturales de las estaciones del año. Creímos entonces que la cómoda apertura del grifo doméstico era una fuente inagotable para cualquier momento y ocasión. Ni siquiera hemos tomado precauciones al comprobar que la insípida e inodora agua tenía demasiado de nitratos, cal y cloro. Así se ha creado el barrizal de los lodos actuales.

Desde la canaleta de Massanella a cualquier acequia o estanque del Pla, el campo de Mallorca ha estado vestida de un sinfín de comunidades de regantes y sistemas de fertilización que se han ido desplomando en la misma medida que se ha abandonando la agricultura. No ha habido alternativa ni proporción cuando todo se ha trasvasado a la industria del ocio y los servicios derivados de ella. Por eso todo se reseca y las grietas de la falta de previsión saltan a la vista en una temporada de sequía como la actual. No es el primer año en que la lluvia desprecia Mallorca. Tampoco será el último en el que el fenómeno nos pillará con el depósito de la precaución vacío. Con ser grave, la principal carencia no está en las pérdidas de las redes de abastecimiento de agua en muchos municipios de la isla. Radica en el exceso de permisividad y en la carencia del ahorro de un bien tan irreproducible y escaso como el agua.

Hasta la desaladora construída en 1999 en las afueras de Palma, junto a la carretera de Manacor, se ha quedado con precaria capacidad para responder a la demanda en un año tan singular como el actual, en el que solo llueve cuando hay desfile, en Reyes y Carnaval. En estas condiciones, la actual nieve de la sierra se queda en poco más que espejismo.

La desaladora tiene hoy a tres de sus nueve líneas averiadas. La planta solo dispone de capacidad de transformar agua para 220.000 personas que con la avería se reduce a casi la mitad. Estaba pensada para atender a un área geográfica que juntando Palma, Marratxí y Calvià agrupa a la mitad de la población de Mallorca. Es, a gran escala, el problema de mantenimiento de todas las máquinas. No ha estado a punto cuando más se necesitan sus servicios y precisamente ahora no puede repararse porque las necesidades de desalar agua impiden su paralización temporal.

Cuentan que el Govern del PP ya la halló estropeada y nada hizo para repararla porque su sequía económica era más grave que la de la falta de agua. Ahora el Ejecutivo Armengol se está planteando construir una desaladora de mayor tamaño y capacidad sobre la actual, lo cual implicará un riego de 18 millones de euros desde el presupuesto público, que podrían reconducirse a su origen con explotaciones privadas. En todo caso, los vecinos pueden prepararse para afrontar unos recibos de agua más abultados. Mientras, comprobamos que la desaladora no está acorde con las sequías del clima y ni del presupuesto.

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