¿Puede un mosquito y un virus condicionar la demografía de un país o un continente? La respuesta inicial es que no debería. Sin embargo los actuales acontecimientos epidemiológicos que están ocurriendo en los países sudamericanos parecen querer llevarnos la contraria. Ante el avance imparable de la plaga de mosquitos que sufre Sudamérica y el virus Zika que cabalga libremente por esta zona, la mayoría de autoridades sanitarias llaman a la contención sexual. Es decir recomiendan a las mujeres no quedarse embarazadas durante este año, como mínimo, ante el riesgo epidemiológico, aunque todavía no científicamente demostrado, existente entre la infección por el virus Zika durante el embarazo y las malformaciones congénitas cerebrales del recién nacido (microcefalia).

En el teórico supuesto de que todas las mujeres aceptaran esta recomendación ¿qué ocurriría con la población? ¿cuántos miles o millones de niños dejarían de nacer e incorporarse a la pirámide demográfica? ¿puede un continente permitirse esta situación de vacío neonatal y durante cuánto tiempo?. Todas estas preguntas e incertidumbres, con una muy difícil respuesta, se abren paso sobre la sociedad sudamericana.

¿Cómo pueden afrontar esta situación las mujeres afectadas?. Uno de los grandes problemas de esas zonas es la ausencia de programas sobre salud y educación sexual y reproductiva. Además de ello en muchos países el acceso a los métodos anticonceptivos es difícil e incluso imposible. En algunos estudios se calcula que más de la mitad de los embarazos en estos países son no deseados y como consecuencia de la falta de planificación familiar; se calcula que en Sudamérica unos 225 millones de mujeres no pueden acceder a estas medidas de control. De este modo entre el 12 y el 33% de las mujeres en Centroamérica no tienen acceso directo a los preservativos ni a los anticonceptivos. Su no utilización no sólo debe atribuirse a su ausencia sino también a la educación sexual de las mujeres; además la violencia sexual en estos países alcanza cotas preocupantes.

Ante la incapacidad de los gobiernos para controlar la diseminación de la infección por el virus Zika, éstos trasladan a la población femenina la responsabilidad, sin darles alternativas, de las posibles secuelas o consecuencias de haberse quedado embarazadas en contra de la recomendación gubernamental. Los esfuerzos para detener esta crisis sanitaria no darán ningún resultado si se deja sólo en manos de las mujeres y niñas la responsabilidad del embarazo. La Organización Panamericana de la Salud ha recordado a los gobiernos que la decisión de concebir es un derecho exclusivo de las mujeres. De modo que ellos sólo deben informar de los posibles riesgos de estos embarazos y facilitar las medidas o procedimientos de control de la natalidad no deseada.

Pero es que además de no tener acceso a programas y procedimientos de control de la natalidad, en muchos de los países afectados la interrupción del embarazo (aborto terapéutico) está limitada o totalmente prohibida. Es decir sino pueden evitar la concepción y sufren infección viral con grave afectación neurológica ¿qué opciones les quedan?; o recurrir a los abortos clandestinos, con los riesgos sanitarios que comportan y que además están penados por la ley, o aceptar con resignación el nacimiento de un niños con microcefalia. La ONU lleva días recordando a los países afectados por el Zika que deben garantizar el acceso directo a los métodos anticonceptivos y al aborto controlado, ya que si incumplen estas recomendaciones están vulnerando las leyes internacionales y el derecho de la propia mujer como madre futura. Todavía existen países que criminalizan, penalizan, el aborto frente a graves malformaciones fetales e incluso para salvar la vida de la mujer. Algunos países han empezado a suavizar los requisitos legales para la interrupción voluntaria del embarazo, adaptándolos a la realidad actual de la epidemia de microcefalia. Debe recordarse que la decisión de la Organización Mundial de la Salud de declarar la emergencia internacional por el virus Zika no se debe a la propia infección, generalmente sin consecuencias, sino porque parece estar asociada a la epidemia de microcefalia en los países afectados.

Además de sta compleja situación social y sanitaria, se acaba de comunicar el primer caso demostrado de trasmisión sexual del virus Zika. Con ello se confirman datos previos que parecían indicar su presencia durante un período prolongado en el semen de los infectados. A pesar de ello no puede considerarse que esta vía de trasmisión sea la habitual, pero de nuevo afecta a los métodos anticonceptivos, preservativos, que deben recomendarse a todos los hombres que hayan sido infectados. Ante la ausencia de un tratamiento a una vacuna eficaz frente al virus Zika, sólo la prevención va a permitir controlar esta epidemia. Pero esta prevención tiene que ser como mínimo en dos aspectos; por una parte el control intensivo de las poblaciones vectoriales, los mosquitos, y por otra el control, o más bien, la prevención de las consecuencias de la infección, las microcefalias. No puede realizarse un abordaje unilateral sino con un programa amplio y multidisciplinar que afecte tanto a la salud como a la sanidad.

Con la epidemia de Zika está en juego todo el complejo sistema de reproducción y sexualidad en los países afectados. Sólo apoyando y reforzando el derecho a la fecundidad deseada y poniendo todos los medios para evitarla si la mujer no lo desea, sin leyes que la incriminen, se conseguirá que la epidemia de microcefalia asociada al Zika empiece a disminuir. Si no se puede controlar la expansión del mosquito, si está en las manos de los gobiernos el garantizar embarazos solo deseados y con la información y responsabilidad aceptada, y nunca impuestos por leyes incriminatorias en contra de los derechos reproductivos de la mujer.

(*) Doctor de la Unidad de Virología del Hospital Universitario Son Espases