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Antonio Tarabini

30 minutos, diálogo de besugos

El título de estas líneas, “diálogo de besugos”, no pretende ser insultante con Pedro Sánchez o Mariano Rajoy, los protagonistas de la entrevista. Según mi diccionario de sinónimos con tal expresión se expresa “un diálogo sin coherencia y en el que cada uno habla de una cosa diferente”. Y no me negarán que por lo que se deduce de sus respectivas ruedas de prensa y comentarios posteriores, los resultados (tal como cabía esperar) de la entrevista han sido nulos. Media hora escasa, para hablar de tópicos, y visualizar el radical desencuentro político y personal entre uno y otro. La mejor expresión del (des)encuentro es la que refleja la mayoría de viñetas de los medios de comunicación: el rechazo visible de Rajoy a estrechar la mano que le ofreció Sánchez.

La situación política es delicada, aunque no angustiosa tal como algunos la presentan. Formar gobierno no resulta fácil, ni en España ni en ningún país de nuestro entorno, cuando ningún partido obtiene una mayoría absoluta y tiene que pactar para obtener una mayoría parlamentaria, aunque esta sea flexible, y poder formar un gobierno de coalición que garantice la gobernabilidad. El 20D la ciudadanía, mediante su voto, ha decidido el fin de las mayorías absolutas y ha herido de muerte al bipartidismo. El escenario político es múltiple y complejo, y está ocupado principalmente (pero no sólo) por cuatro partidos, dos de la vieja guardia (PP y PSOE) y dos emergentes (C,s y PODEMOS). Para gobernar es necesario el acuerdo como mínimo de tres partidos, aunque sea por abstención de uno de ellos. La ventaja de los países de nuestro entorno europeo es que la "cultura del pacto" es intrínseca a su vida democrática cotidiana y la practican aún teniendo mayoría absoluta. Y a nuestros políticos les ha cogido en mantillas. Unos y otros, viejos y nuevos, tienden a anclarse en sus propias líneas rojas.

A los populares, y a su lider Rajoy, les cuesta encajar los resultados del 20D. Siguen emperrados en que al ser el partido más votado lo más natural y democrático (...) es que el PP forme gobierno (aunque sea en coalición) y su timonel, M. Rajoy, lo presida. Y sigue con sus trece de la “gran coalición” PP, PSOE, C,s. Pero les guste o no, tal posibilidad es cada día más remota. Al “no” ya inicial de los socialistas, se añaden ahora las reticencias de Ciudadanos a pactar con un partido, el PP, inmerso en una corrupción sistémica que alcanza sus raíces. Y que su lider, Rajoy, no aborda de un modo serio y eficaz. Se limita a poner como aval, así lo hizo en su rueda de prensa, las múltiples iniciativas legislativas que los populares han tenido, mientras Rita Barberá ha sido blindada.

Rajoy actúa como un extraterrestre, un auténtico E.T. añorando “su casa”. Vive fuera de la realidad. Finalizó su rueda de prensa, confiando que Pedro Sánchez recapacite y regrese al hogar paterno de la moderación y el sentido común, léase la Gran Coalición. Sigue con la táctica del miedo, tal como le afeó Sánchez. Sigue esperando que el Rey le ofrezca su gran ocasión de formar gobierno (¿con quién?) una vez haya fracasado el pacto de los fracasados (valga la redundancia). No comprende que su figura política está amortizada y que es un lastre para los populares, y así lo están interiorizando miembros todavía silenciosos (incluso relevantes) del PP.

En la acera de enfrente (ahora más real que nunca) se sitúa Sánchez. Les confieso que me desconcertó la actitud excesivamente “institucional” que adoptó Sánchez, al calificar el encuentro de “útil” (...), excusando a Rajoy por el desencuentro inicial del apretón de manos, no haciendo ninguna alusión a la corrupción…En su rueda de prensa parece que quiso trasmitir calma y tranquilidad, así como confianza en su capacidad de alcanzar un pacto a lo más tardar a principio de marzo. No es fácil, aunque parezca que se están superando algunos obstáculos tanto en sus propias líneas (parece que los barones y similares, así como algunos pretendidos gurús socialistas, han optado por un discreto silencio) como en sus socios potenciales (parece que rebajan sus líneas rojas). Si así no fuera, lo que se nos augura no es el sueño extraterrenal de Rajoy, un gobierno de coalición presidido por el timonel popular, sino unas nuevas elecciones, que al menos verbalmente parecen no interesar a nadie.

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