Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Norberto Alcover

Valen las "intenciones últimas"

Estas líneas serán casi inútiles puesto que estamos en el corazón de la tormenta y no sabemos de qué manera derivará. En toda negociación, de cualquier tipo, sobre todo si no se da en un contexto vertical, negociar puede concluir de formas casi infinitas porque mientras se negocia, la situación fluctúa y lo que valía ayer queda desmentido por lo último sucedido. Qué interesante sería poder visualizar cada noche las entrevistas correspondientes al día del candidato a la presidencia por el PSOE con sus correspondientes invitados. Sería el colmo de nuestra democracia representativa, mucho más interesante que la permanente pregunta a los votantes y militantes para conocer su punto de vista sobre las materias a negociar. La clave no radica en las opiniones del pueblo soberano: la clave radica, más bien, en las conversaciones posteriores entre los diferentes partidos, en las que se dirimen los tiempos, las coincidencias, las discrepancias? pero sobre todo las abdicaciones de cada quien para alcanzar el deseado pacto o pactos. Qué se entrega para tocar el ansiado poder y, entonces, organizar la sociedad como uno pretende. Ahí, los ciudadanos quedamos relegados a un segundo lugar por razones evidentes, a no ser que entremos en una "democracia de permanente referéndum", que tanto gusta a los que tienen la certeza de ganarlos. Pero en fin que, estas líneas son, sobre todo, para dejar constancia de lo que de verdad me preocupa en estos momentos, que es la sustancia sin accidente alguno. Lo que acabará por convertirse en materia gubernamental tras todas las negociaciones. Contemplen el Parlament balear y comprenderán a qué me refiero?

Decir lo anterior significa afirmar que lo importante en las negociaciones no son las medidas concretas, ni tampoco los ideales utópicos, antes bien hay que seguirles la pista a las intenciones finales, según las que nuestra sociedad será configurada durante un tiempo, intenciones algunas revocables posteriormente y otras prácticamente definitivas por la fuerza de los hechos Fíjense, por ejemplo en el seguro debate para la modificación constitucional, cuyas materias están bastante definidas pero no acabamos de saber de qué manera se quieren cambiar. Y dichos cambios afectan al andamiaje estructural del Estado y no solamente a determinados aspectos coyunturales de la vida cotidiana del mismo. Todo queda en manos de los negociadores de turno, técnicos y expertos, quienes intentarán imponer como mejores las intenciones finales de sus respectivos candidatos. Es decir, el tipo de sociedad contemplada y como hasta que se obtiene el poder nunca sabemos a ciencia cierta de qué va. Tiene su lógica: el poder "puede hacer casi lo que quiera" si está en posesión de una mayoría parlamentaria del tipo que sea. Y la oposición pactará o no. Ella verá.

El "café para todos" se puso sobre el tapete constitucional, y aquí estamos confrontados precisamente por una "intencionalidad final", cuyas consecuencias apenas estaban previstas. Intenciones, siempre, intenciones últimas, son las que valen. Si no las conocemos, hay que preguntarlas sin cansancio: pensiones, deuda, recortes, libertad de expresión, estado federal, estado plurinacional, monarquía, opciones internacionales, distribución de la riqueza, impuestos directos e indirectos, cuestión migratoria, igualdad de derechos, protección de los ciudadanos más débiles, evasión de capitales, corrupción de todo tipo, relaciones con la Santa Sede. Lugar de la Iglesia en nuestra sociedad civil, tipología abortiva, y un largo etcétera pero no de forma que respondamos coyunturalmente, para salir del paso, sino en función de aquellas últimas intenciones que tienen que regular una visión global de una oferta política. Porque si conocemos las intenciones últimas, seguro que intuiremos las medidas concretas. En las negociaciones se trata de discutir tales intenciones, que engloban todo lo demás, y que se deben comunicar a la ciudadanía para saber dónde estamos realmente? y hacia dónde nos dirigimos.

Está claro que si los socialistas vetan de antemano a los populares, nos están hurtando de antemano un trozo de pastel. Será lo que será, pero en absoluto es un gesto democrático, pues aíslan a siete millones de personas, que no está nada mal. Otra cosa es que estemos hablando de intenciones últimas radicalmente opuestas, pero mucho me temo que no es el caso, porque la venganza ejecutada es "venganza a dos" pero en absoluto de dos conjuntos de ciudadanos, aunque los haya radicalizados. Y repásense los demás partidos políticos y comprobarán que es exactamente lo mismo, con alguna salvedad en actitudes del todo extremistas y totalitarias. Ni vale vetar, ni valen líneas rojas, ni valen, tampoco, combinaciones contra natura, en las que se conjugan toda suerte de intenciones últimas, avalando de antemano crisis posteriores "por necesidades del guión". Después de vencer? hay que gobernar para todos.

Tiempo de tormenta negociadora y tiempo de observación minuciosa de las intenciones últimas, que siempre hay que exigir. En el socialismo, en realidad, los matices entre conservadores y posibilistas radica en "el modelo final de Estado" pero en otras muchas cuestiones nada de nada. Importa la médula de la columna y no el envoltorio por relevante que parezca. Dicho de otra manera, importa lo que, en principio, es innegociable (las propias señas de identidad), pero hay barra libre para todo lo demás. Importa, pues, conocer lo innegociable. Lo que funda la naturaleza de un colectivo.

Puede que todo esto sean letras perdidas. Pero les garantizo que todo lo demás me importa un comino: divertimentos en la red? para camuflar por dónde van las bolas.

Compartir el artículo

stats