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Antonio Papell

Cinco opciones y una determinación

El presidente del Círculo de Economía, Antón Costas, quien es también catedrático de Política Económica de la UB, ha dibujado en un artículo sus cinco escenarios de futuro en relación a la formación de gobierno: que Pedro Sánchez logre la investidura; que tras fracasar Sánchez la logre Rajoy; que haya nuevas elecciones; la "solución a la italiana": que el Rey encomiende formar gobierno a un tecnócrata al estilo de Mario Monti: y una "solución a la española": que quienes no hayan conseguido ser investidos den paso a otras personas de sus partidos "para que lo logren". Costas apuesta -seis a cuatro- a que habrá investidura, y apunta claramente a Pedro Sánchez como favorito para lograrlo porque "ha mostrado una determinación que va más allá de la simple ambición personal de poder. El argumento de que no tiene más remedio que intentarlo porque si no los suyos lo echarán puede ser cierto; pero, si no me equivoco, en su determinación hay algo más. Existe un propósito de cambio que tiene que ver con el cambio generacional que se está produciendo en todos los ámbitos. Es curioso que los barones y las baronesas de su partido no lo vean porque ya lo manifestó con su decisión de presentarse a la secretaría general del PSOE. Y ganó. Ahora podría ocurrir lo mismo".

En efecto, Sánchez ha sido hasta el momento el único líder en tomar decisiones operativas tras el 20D. Secretario general del partido más dañado objetivamente por la irrupción de la "nueva política" -las dos formaciones emergentes han pescado en sus caladeros-, no obtuvo un buen resultado en las generales pero consiguió aparentemente cerrar las vías de agua y mantener al menos la primacía en la izquierda. Después, ha dibujado y mantenido una estrategia clara en tiempos de gran confusión, en que ni siquiera el experimentado Rajoy ha sabido cómo avanzar. Convencido de que tenía que ceder el paso en primera instancia al aislado Partido Popular, aceptó de inmediato el envite que le ofrecía el Rey en cuanto vio su oportunidad y se ha puesto a trabajar muy atinadamente en torno a un proyecto de gobierno centrista, que es la vía adecuada para conseguir el necesario acuerdo. Sánchez se ofrece como el actor centrado capaz de aglutinar a los nuevos partidos mediante una propuesta básicamente reformista, encaminada a plasmar la reforma constitucional que las tres opciones han postulado en sus programas y a promover los demás consensos que el PP ha desdeñado o ha roto en la pasada legislatura, en que hasta el audiovisual público dejó de estar amparado por una legislación que buscaba su neutralización.

Las fuerzas económicas y sociales, por su parte, parecen haber entendido que el PP, desarbolado por una corrupción que ha excedido los límites soportables, necesita imperiosamente una catarsis que solo puede tener lugar en la oposición, por lo que hay que recurrir a las otras formas de gobernabilidad distintas de unas nuevas elecciones, que demorarían el interregno hasta extremos peligrosos. Y entre ellas, la que más garantías ofrece es la de un gobierno encabezado por Sánchez con determinación, si logra aglutinar las restantes sensibilidades presentes: la de Podemos, que ha de sedimentar, y la de Ciudadanos, que ha de consolidarse. El programa que el PSOE ha alumbrado es a la vez ambiguo -algo inevitable si se quiere una amplia base- y moderado -algo indispensable para que la comunidad internacional termine de arropar nuestra salida del a crisis-, e incluye las grandes reformas que habrá que hacer entre todos. De ahí que el PP, con un nuevo rostro, haya de implicarse intensamente en ese dibujo del futuro inmediato, que debe arrancar con la reforma constitucional.

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