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Impudor

En el fondo, el chantaje planteado por Cameron a la Unión Europea tiene una faz impúdica, torva y repugnante: el premier británico exige una serie de contrapartidas de Bruselas para defender la continuidad del Reino Unido en la UE frente a los euroescépticos de su propio país; contrapartidas que se resumen en una sola, paradigmática y expresiva: Londres podrá retirar las ayudas sociales a los inmigrantes cuando sus propios equilibrios así lo requieran en tiempos de crisis, sin que el club comunitario pueda llamarle la atención por ello.

No se sabe qué resulta más repulsivo: si la exigencia británica que le permita dejar en la más absoluta indigencia a quienes no tengan pasaporte autóctono o la aquiescencia de las instituciones comunitarias a esta descarnada atrocidad. La construcción europea no tiene sentido si no se basa en una serie de principios de solidaridad y libertad, en criterios de equidad y ayuda mutua, por lo que no hay modo de explicar en términos racionales una transacción tan vil como la que han escenificado estos días Cameron y Tusk.

En cualquier caso, si el Reino Unido ha quedado reducido a estas cenizas ideológicas, lo mejor sería que saliera cuanto antes de la Unión Europea, no sea que contamine todavía más los apolillados principios de las instituciones comunitarias.

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