No hay nada más triste para un profesor que no saber explicar la lección. El pasado jueves, en el último pleno celebrado en el ayuntamiento de Palma, la regidora de Sanidad perdió la oportunidad de dar una lección magistral a los regidores de la oposición, a la ciudadanía, y a sus propios votantes. Esta antigua presidente del Col·legi Oficial d'Infermeria (COIBA), profesora de la Escuela de Enfermería de la UIB, y ahora catedrática en el arte de lanzar acusaciones de corrupción desde la cátedra creada por Som Palma (Podemos), y que ella ejerce cada vez que tiene oportunidad, no supo aplicarse a sí misma la doctrina que imparte a diestro y siniestro, y le pasó lo que les suele pasar a los malos profesores, se quedó con la clase vacía.

Cuando los grupos de la oposición la interpelamos acerca de la adjudicación de una beca a su marido, en el marco de una cátedra creada a partir de un convenio suscrito entre la UIB y el COIBA, siendo ella presidenta de este último organismo, como maestra en la lucha contra la corrupción tenía dos opciones: contestar las preguntas de los grupos de la oposición y despejar cualquier duda acerca de la apariencia de nepotismo en la creación de la cátedra y la concesión de la beca, porque con toda probabilidad no hay nada que esconder; o bien, en caso de no poder hacerlo, abandonar el cargo de regidora, dando una lección de responsabilidad y coherencia con la doctrina que habitualmente imparte.

Pues bien, ni una cosa, ni la otra. Se limitó a exponer las virtudes de la cátedra, que nadie ha puesto en duda; su magnífica gestión como presidenta del COIBA, que nadie, al menos en el pleno municipal, ha cuestionado; y dejó a sus alumnos con la sensación de que en esa clase no había nada que aprender, que era una tomadura de pelo, y que ante una falta de respeto de tal envergadura por parte del profesorado, lo mejor era salir. Y allí se quedó la profesora, contándoles batallitas a sus colegas, y especialmente a un alcalde que, ante el tremendo despropósito de su compañera, no tuvo mayor ocurrencia que dar recomendaciones sin sentido al alumnado, intentando desviar la atención, y afeando palabras que sólo él maliciosamente quiso mal interpretar.

A día de hoy, la regidora sigue en su cargo, y nosotros seguimos con nuestras dudas, dudas acerca de cómo gestionará esta señora el dinero de todos los palmesanos, ya que no sabemos si gestionó adecuadamente el de la cátedra que dirigió. Por este motivo, hasta que no se explique, seguiremos solicitando con más fuerza su dimisión; porque en este caso, la enfermera, utilizando los términos taurinos que tanto "gustan" al Gobierno municipal, con nosotros "ha pinchado en hueso".

Y es que, quien constantemente da lecciones de honradez y proyecta la sombra de la corrupción sobre los demás, debería aplicarse aquella frase atribuida a Cayo Julio César: "La esposa del César no solo debe ser honesta, sino que debe también parecerlo"; porque, de lo contrario, parece que quien hoy es profesor, en su día pudo ser alumno aventajado.

* Concejal del grupo municipal de Ciudadanos en el ayuntamiento de Palma