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Matías Vallés

Al Azar

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Los diputados se suben el sueldo

El rasgo común a los 59 diputados del Parlament es que ninguno lograría en la empresa privada el sueldo que le arranca a los ciudadanos desde...

El rasgo común a los 59 diputados del Parlament es que ninguno lograría en la empresa privada el sueldo que le arranca a los ciudadanos desde una institución pública en quiebra. Los abundantes funcionarios con escaño en la cámara cobraban menos cuando trabajaban que ahora. Pongamos a Antonio Gómez, que llegó a excelso vicepresidente del Govern, como ejemplo sobresaliente pero multiplicado sesenta veces. Para celebrar su situación privilegiada en un entorno de desolación salarial, los parlamentarios se han subido el sueldo en la alianza rapaz de PSOE, Més, PP, PI y Ciudadanos. Solo Podemos se ha manifestado en contra. No busquen la avidez económica, es un rasgo de refuerzo de estatus de representantes públicos que en realidad se creen con derecho a un palacete.

Un diputado triplica ampliamente el salario medio cobrado por un trabajador en Balears. El mismo día en que los partidos festejaban su incremento del uno por ciento, se divulgaba que en Balears hay cien mil adultos sin trabajo, 75 mil de los cuales carecen de prestación alguna. La impotencia o incompetencia del Parlament para solucionar este drama debería avergonzar a su miembros, pero están más preocupados por sus haberes. No puede sorprender a nadie la hipocresía del PP, campeón mundial de la corrupción, al vetar al Govern de izquierdas una subida que garantiza a los parlamentarios de derechas. Sin embargo, la estupefacción acompaña a la imagen de Més justificando que el Pacto no contempló la congelación salarial. A salvo de mejor criterio, no recuerdo ninguna declaración en campaña de un ecosoberanista prometiéndose un sueldo mejorado.

El bipartidismo ha muerto, la casta sigue viva. El Parlament es el equivalente al consejo de administración de una sociedad con deuda y déficit insoportables. Al igual que sucedía en Bankia, los consejeros públicos colaboran al desastre de la entidad mejorando sus percepciones. Y sí, en la cámara también hay black cards, oscuras prebendas adicionales. Por lo visto, la curación del desastre causado por el PP nos saldrá más cara que la enfermedad, y ni siquiera está garantizada.

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