Diario de Mallorca

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Ala lucha histórica, germen mismo del sistema democrático, que se resumía en la frase "hombre, un voto" eran tiempos en los que la diferencia de sexos no exigía aún su reflejo en el idioma parece haberle seguido ahora otro envite: "un congresista, un escaño". Con la que está cayendo, en medio de una situación política lamentable en la que quien puede presentarse a la investidura para la presidencia del Gobierno no lo hace y el que sí que quiere jugar a la ruleta rusa no sabe si le dejarán hacerlo, salta a las portadas de los diarios el disgusto de los diputados en Cortes por el asiento que les han asignado. No todos ellos; sólo los que han sido enviados al gallinero. Los de la fila de butacas, que son además quienes han repartido los sitios, no dicen nada; ni siquiera cuáles son las razones que les han llevado a colocar a los congresistas de las distintas agrupaciones de Podemos en la parte de más arriba del hemiciclo; casi dios no lo permita como si en vez de ser miembros de la casta cortesana fuesen público de a pie, de ese que sólo asiste a las sesiones como invitado y a condición de que no arme bulla ni exhiba pancartas.

Los miembros de Podemos comparten esa última fila con parlamentarios del Partido Popular, Ciudadanos y el PSOE. Pero si estos tres grupos cuentan también con asientos de cota más baja, los podemistas se quedan recluidos a lo más alto. Tengo que repasar la literatura de la filosofía política para comprobar si alguno de los grandes nombres que forjaron el pensamiento liberal, socialdemócrata y comunista dieron en sus numerosas denuncias de los atropellos sociales con algún caso de este tipo. Es probable que no porque en los años aquellos lo importante era tener un parlamento donde discutir, incluso de pie como sucede a menudo en el británico, y no el de contar con un asiento con vistas al poder. Pero los tiempos avanzan, qué duda cabe, y las batallas de hoy no son las de ayer. No nos preocupan ya las horas de la semana laboral, ni la edad de los niños que van a las minas, ni si cabe seguir cobrando la nómina cuando uno está enfermo. Lo importante es la venganza en forma de escaño remoto y la indignación porque te sientan lejos del banco de los ministros.

Para mí que hemos caído en la trampa de las compañías aéreas de bajo coste y sus políticas para maltratar al pasajero. En justa correspondencia, cabe esperar que la Mesa del Congreso, o el órgano que se encargue de estas cosas, decida ponerle una tapicería peor a los asientos que se asignan al Grupo Mixto y no digamos ya a partidos que ponen en duda la validez de la Constitución como Esquerra Republicana. Leña al mono; se van a enterar de lo que vale un peine.

Con tales entretenimientos pasa el tiempo, se nos van los días e incluso las semanas y no nos damos cuenta de que, además de no haber investidura a la vista, tampoco hay Gobierno digno de tal nombre. Todo se ha detenido salvo la asignación de escaños. País.

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