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Llorenç Riera

Promoción personal y del pacto de Govern

Si la valoración de su propia gestión realizada hace unos días por la presidenta del Govern quedaba desvirtuada por el exceso de optimismo, la interpretación política de la fórmula de gestión autonómica que efectúa Francina Armengol incide en la misma línea, algo rebajada, pero autosuficiente por igual, con el error de ignorar los riesgos a los que está expuesta de forma permanente. Ayer habló la secretaria general del PSIB-PSOE. Lo hizo con oportunismo y sin menospreciar la ocasión de promoción personal. Ella también es baronesa socialista presta a la vigilancia y amparo, según la ocasión, de Pedro Sánchez. No conviene menospreciar la oportunidad de influencia y adecuada posición política.

Francina Armengol tiene su mejor baza en el Pacte entre PSOE, Més y Podemos que se aplica en Balears. Ahora ofrece esta fórmula a Madrid con el deseo de que Pedro Sánchez pueda encabezar un Gobierno de tinte progresista. La presidenta arrincona las dificultades, conocedora de que en estos momentos no resulta oportuno sacarlas a la luz. No explica que el apoyo de Podemos se paga a precio de admitirles exceso de comodidad y soportar un nivel de exigencia exterior que las últimas elecciones han abonado todavía más. Por tanto, Armengol no advierte de tal peligro a su secretario general estatal, aun existiendo alta probabilidad de que, dado el caso, en Madrid ocurra tres cuartos de lo mismo.

Por contra, edulcora las dificultades patentes glosando las bondades del diálogo. La presidenta está encantada de encabezar un Govern "sólido y estable" y se considera "ejemplo de una forma de gobernar que creemos que tiene sus réditos". Llevan siete meses. Cierto que se han tomado decisiones de peso y definido líneas de actuación, pero también se han atravesado serias dificultades. Armengol necesita, sin duda alguna, asesores que le encaucen la realidad en la acción y la prudencia en la interpretación, pero no le hace falta padrino alguno.

La presidenta, oficialista en cuanto a adhesión a la línea predominante en su partido, dispone de un socio de gobierno nacionalista al que tampoco conviene olvidar porque ya sobran las refriegas que tienen Més y Podemos en pugna por un espacio político confluyente en muchos casos. En este punto, Armengol reconduce su posición reafirmando su rechazo al independentismo, también a un referéndum para el que no ve demanda suficiente y, en cambio, aboga por "una reforma constitucional en la que Cataluña encaje en España".

La presidenta cuida por igual su vertiente de mujer responsable y en este sentido exterioriza preocupación por la ausencia de movimientos sólidos y "la falta de capacidad para crear un gobierno progresista" cuya tardanza puede llegar a tener "graves consecuencias autonómicas". Quizás este es el mejor encuadre de la situación actual vista desde los intereses y necesidades de este archipiélago porque el éxito o fracaso del "pacto a la balear" que tan bien vende ahora la presidenta depende en buena medida del tipo de Gobierno que llegue a refrendar el Congreso de los Diputados. Más claro aún, de la financiación que aplique a Balears.

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