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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Los bebés están fuera de juego

Por fin se abre la polémica sobre las personas inapropiadas para acceder al Parlamento. La operación de limpieza aclarará a quién se le ocurrió entregar actas de senador a Luis Bárcenas o a la atleta Marta Domínguez. También se detallará por qué en el banco del Gobierno se sentaron largamente Jaume Matas, Rodrigo Rato o Barrionuevo. Los reproches a la presentación oficial del bebé de la diputada Carolina Bescansa obligarán a revisar los criterios de admisión. No eludiremos un pronunciamiento, pero estamos autorizados a sorprendernos de que la escena maternal cause más revuelo que el relato del tesorero del PP, en torno a los sobres con billetes de dinero negro que asegura haber entregado a Rajoy y Cospedal en las Cortes. Cuesta imaginar que el niño Bescansa sea más peligroso para el Estado que los otros protagonistas de este párrafo, pero recuerden que el intelectual español de guardia se llama Bertín.

Agotadas las comparaciones, el bebé no debería respirar el ambiente malsano del hemiciclo, por su propio bien. Costó horrores crear un sistema de elección democrática de 350 diputados, para que se cuele uno más aunque sea el único inocente. Aparte de que nadie le ha consultado, por lo que se vulnera su derecho a la imagen y se ve inevitablemente salpicado por las invectivas que puedan tener a su madre como destinataria. Ya que Bescansa lo exhibe ante millones de ciudadanos, ¿se pueden criticar el aspecto o el discurso de su hijo?

Escenificar los problemas es el primer paso para solucionarlos, y las personas que critican a Bescansa se verán beneficiadas por su arrojo. Sin embargo, la incorporación de un bebé al grupo parlamentario otorga el mismo derecho a un diputado que cuide de su progenitor, o de un familiar dependiente. El paraíso de la infancia consiste en no soportar de continuo a los adultos. La mirada del niño es mas expresiva que un sermón de Patxi López, pero refleja la difícil adaptación de la dirigente de Podemos. Ya no protesta, ahora forma parte del poder y se somete a pública censura. Su hijo, no, por lo que está fuera de juego.

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