Diario de Mallorca

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Norberto Alcover

Naida Abanovich y la paz

Me despierto, pongo la radio y descubro que Mas se ha puesto no de largo sino de lado, la CUP ha jugado sus cartas, que sus asamblearios pueden cambiar en cualquier momento, y lo harán, y que, en fin, Cataluña tiene el camino abierto para elegir su propio futuro al margen del resto de España. Y tras escuchar el mensaje del nuevo presidente, que me llena de preocupación a pocos meses vista, leo prensa, este mismo diario, y entonces descubro la frase más pertinente en boca de quien se ha puesto de lado: "Lo que las urnas no nos dieron, se ha corregido a través de las negociaciones".

Me entra un frío visceral, casi polar, y vuelvo a preguntarme para qué votar si más tarde los votados son dueños y señores para desvirtuar el voto, mi voto y el de los demás. Urnas por negociaciones, sin preguntar previamente a los votantes qué les parece tamaño trueque. Dios mío, y todavía nos queda el caso a nivel nacional, con los señores Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias, entre algunos otros, dispuestos a comerse el pastel con su propia guinda. ¿Cambiarán también votos por negociaciones? sin repetirse las elecciones, tras conocer todos sus verdaderos intereses? Ríanse de los votos más allá de las urnas físicas y síganles el camino a tales votos cuando abandonen las urnas y se conviertan en carne de cañón en las sedes de los partidos? sin los votantes cerca de las negociaciones utilitarias. A esto se le llama "democracia liberal".

Pero tras leer la prensa, ya golpeado por las negociaciones liberales de los demócratas, emprendo un viaje al exterior y alcanzo la plaza Mayor y San Miguel. Repletas de "estatuas vivientes", desde el tipo que aparece como un bebé, de gracejo infinito, hasta el minero dorado, de talante rústico y gesto imperturbable, parecido al de nuestro Sánchez cuando está enfadado con la humanidad que no acaba de percibir su esmerada inteligencia. Y de pronto, escucho su voz. Esa maravilla que atraviesa el mogollón de turistas y nativos en su deambular por la ciudad, como una llamada a la pacificación de los ánimos, a la quietud física y hasta moral: a la paz. Camino hasta dar con ella casi pegadita a la Banca March. Sentada en su minisilla, con su reproductor de música al lado, el pelo casi siempre recogido, y dejando escapar melodías tan excelentes como arias de La Traviata, La Boheme y tantísimas obras que Andrea Bocelli, el magnífico en su ceguera, nos ha regalado a lo largo de su clarividencia mágica. Detengo la marcha. Cierro los ojos. Me dejo invadir por la voz privilegiada de esta intérprete de ópera exiliada y relegada a cualquier rincón de nuestras calles y plazas. Permanezco fijo un tiempo, el necesario para que dos críos me miren con atención porque he cerrado los ojos de placer. Les sonrío al volverlos a abrir y huyen despavoridos hasta coger los pantalones de su padre, supongo. Dejo mi despreciable limosna, y prosigo preguntándome muchas cosas impertinentes para y desde mi conciencia. Percibo notas de La Traviata, unos segundos.

Pero por la tarde, cuando cojo con más tiempo el ejemplar correspondiente de Diario de Mallorca, descubro a la cantante de marras en portada y todavía más breve pero enjundioso minirreportaje firmado por la sensible Raquel Galán, a raíz de que la señora exiliada representara a Madó Caragola en la cabalgata de Reyes, mientras cantaba, ahora ya promocionada. Qué maravilla. Se llama Naida Abanovich y proviene de la capital bielorrusa, donde lo perdió todo, y acabó por instalarse en Mallorca, nada menos que en el ya lejano 2004. Necesario árbol en nuestro paisaje urbano, sin que llamara la atención pública, un día y otro, hasta que el director artístico de Trui Espectacles, la rescató para la cabalgata citada, según cuenta Galán. Mi diva de años, era aclamada por los niños y se empinaba sobre un enorme cuerno de mar en la misma ciudad que apenas la había acogido con honores dignos. Y entonces, mis neuronas se iluminaron de repente. Hasta ahora mismo.

¿Dónde hay un pacto de mayor entidad humana, en Cataluña y tal vez lo habrá en España entera, o entre el representante de Trui y la exiliada Naida Abanovich? Lo tengo claro, porque sin pactos como el segundo, entre la administración y el arte, entre la gestión y la belleza, todos los otros pactos se pierden en la miserabilidad de unas democracias vaciadas de auténtica democracia. Jamás un representante de cualquier gobierno a cualquier nivel, demuestra su capacidad de auténtica gestión en pro de la ciudadanía, como al distinguir a una artista de nombre Naida, ofrecerle una actuación pública, y supongo que remunerarla? aunque la exiliada no lo pretendiera. ¿Y más tarde, ofrecerle algún trabajo permanente en nuestra ciudad, que sería lo más lógico en tiempos de desempleo? Desde aquí mi gratitud a Raquel Galán pero también a Toni Socías y a Óscar que han hecho posible esta noticia mucho más apetecible y significativa que los pactos. Y nada digamos del próximo y agotador juicio con infanta incluida.

Tras escribir el artículo, me siento feliz. E intentaré que Naida consiga alguna actuación donde pueda mostrar su arte, inundando, por ejemplo, una de nuestras iglesias palmesanas, sea en la liturgia correspondiente o en un concierto donde solo ella sea la protagonista. Será su personalísima contribución a la pacificación de los ánimos. Casi nada.

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