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Antonio Tarabini

Juego de tronos (y II): La izquierda

La noche del 20D, en la redacción de este diario y conocidos los resultados electorales definitivos, un fino analista político vaticinaba: "Los socialistas, a pesar de no obtener buenos, resultados, pueden convertirse en el árbitro de la situación e incluso formar gobierno". Pensé entonces y sigo pensando ahora, que pudiendo ser atinado el análisis de mi amigo, los socialistas lo tienen crudo y pueden resultar afectados (no sólo Pedro Sánchez) con unos importantes costes políticos, especialmente si no se plantean correctamente el nuevo momento político y siguen practicando el deporte jacobino y cainita. Y ahora más todavía ante el relanzamiento y potenciación del proceso soberanista catalán.

Una posible, aunque difícil, mayoría progresista yo de izquierdas, requiere un diagnóstico compartido sobre el Estado de España (léase de sus ciudadanos), básicamente acerca del estado de salud de nuestro actual y vigente modelo económico y social así como de las reglas de juego que pretenden regular nuestra convivencia. Con lógicos matices constatar un modelo de crecimiento que, aún creando empleo, mantiene unos insostenibles niveles de desigualdad salarial y que los puestos de trabajo que puedan crearse son mayoritariamente de carácter temporal, precario, y de escasa cualificación. Constatar la consolidación de una sociedad dual con una brecha profunda entre una minoría privilegiada y una mayoría instalada en la inestabilidad, con una "contracción y reducción cuantitativa y cualitativa" en los índices de bienestar y de expectativas personales y familiares de las denominadas clases medias. Constatar unas reglas de juego de convivencia obsoletas (leyes electorales, financiación de partidos, instituciones democráticas básicas obsoletas...). Constatar desajustes estructurales, territoriales y políticos, en nuestro caduco Estado de las autonomías. Constatar la necesidad de reformas en nuestra Constitución... de un diagnóstico compartido es desde donde deberían plantearse unos pactos de gobierno y de gobernabilidad más allá de la simple distribución de tronos. Y aquí surgen las dificultades.

Como mínimo debería ser posible iniciar conversaciones sin líneas rojas. Pero además, ahora, la situación política en Catalunya y la presión fáctica en favor del gran pacto complica incluso el inicio de unas posibles conversaciones. Podemos, socio necesario, planteaba como línea roja la celebración de un referéndum en Catalunya. Hace escasas fechas Errejón ha quitado yerro, y asegura no haber vetos previos a abrir conversaciones. Y más ahora que Podemos afirma que "no entendemos ni compartimos la decisión de la CUP" y expresa su temor a que la decisión catalana favorezca una gran coalición PP-PSOE. En el ámbito socialistas se percibe un cierto cambio de actitud entre jacobinos y cainistas. Se repiten mensajes y cartas de militantes (o no) dirigidos a la dirección del partido para posibilitar un pacto de izquierdas y/o de progresistas. Incluso en nuestra comunidad se produce una de tales iniciativas bajo el título "No nos resignamos".

Somos muchos, incluidos constitucionalistas, los que pensamos que el derecho a decidir y su expresión mediante un referéndum, no tiene porque identificarse con la autodeterminación. Este era el planteamiento del PSC, y que ahora Pérez Tapia y otros dirigentes del PSOE recalcan en la carta abierta dirigida a Sánchez en pro de un pacto de izquierdas. Defienden literalmente "una España plurinacional", y que en el debate de la reforma de la carta magna se abra la puerta a la asunción del derecho a decidir.

Un posible tercer socio ante una propuesta genérica de Sánchez (PSOE) para formar una mayoría progresista, Rivera (C's) responde que no le apoyará aunque Iglesias retirara el referéndum. Recuerdan que no sólo el referéndum les separa de Podemos (¿y de los socialistas?), y señalan como puntos de conflicto las distintas propuestas económicas, la defensa de la libertad de mercado o de la integridad de la Constitución. ¿Son inamovibles tales afirmaciones?, puede que sí o puede que no.

La imposibilidad de acuerdos conducirían a nuevas elecciones, lo que con razón los ciudadanos verían como un fracaso. Los resultados de unos nuevos comicios son imprevisibles. ¿Podrían producirse unos resultados relativamente similares, sin mayorías necesarias? ¿Quiénes en su caso podrían beneficiarse y hasta qué nivel? ¿Es posible que, como predicen algunos, los beneficiados serían los Populares y Podemos? Podemos ¿puede superar en votos y escaños al PSOE? ¿Qué perspectivas electorales puede tener Ciudadanos? El futuro sigue abierto.

Mañana día 13 se inicia el debate y las votaciones de los miembros de la Mesa del Congreso de los Diputados. Es probable que ya puedan comenzar a percibirse pistas futuras.

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