Mañana comienza el juicio del caso Nóos en el espacio habilitado para ello por la Administración de Justicia en la Escuela de Administración Pública del polígono de Son Rossinyol. La Audiencia de Palma verá en él las presuntas malversaciones de dinero público cometidas por las administraciones autonómicas de Balears y Valencia, a través del instituto Nóos, y las responsabilidades penales que puedan atribuirse a los imputados.

Es un juicio especialmente trascendente. Por distintos motivos, por la cuantía del dinero presuntamente malversado, 2,5 millones, por el tiempo invertido en la instrucción por el juez Castro, unos cinco años, y especialmente por el rango y condición de algunos de los principales acusados. Entre ellos figuran el expresident y exministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, el cuñado del Rey, Iñaki Urdangarin y su esposa Cristina de Borbón. La fiscalía sólo acusa a 14 personas de las 18 que se sentarán en el banquillo y pide para ellas 107 años de cárcel.

La infanta es objeto de acusación particular por parte de Manos Limpias. Aparece en la causa como presunta autora de un fraude fiscal como socia de Aizoon, una sociedad pantalla usada para, según todas las pistas, desviar el dinero público. Nóos ha batido ya muchos récords de la historia procesal en Balears, no solo por el volumen de los 44.000 folios de los tomos del sumario, sino por haber atravesado toda una maraña legal de recursos y oposiciones y las serias discrepancias entre el instructor y el representante del ministerio público en lo relativo a la responsabilidad penal de la infanta Cristina.

Es un juicio a prueba de instituciones. Y de la imprescindible separación de poderes del Estado como instrumento garante del sistema social y el equilibrio democrático. Es también una vista delicada, ante la cual no caben dudas ni sospechas, porque la instrucción y las actuaciones preliminares ya han dado sobrada prueba de su robustez pero, aun con todo ello, no deja de ser un verdadero reto, dado que no hay precedentes de una hija y hermana de Rey sentada en el banquillo junto a otros allegados muy directos a la familia real.

Muchas miradas, incluso a nivel internacional, están puestas sobre cuanto ocurrirá a partir de mañana en la sala especial de juicios de Son Rossinyol. La expectación está justificada. Con todos estos elementos en juego no puede extrañar por tanto que los pormenores y la logística de la vista oral se haya preparado de forma minuciosa. La Administración de Justicia tiene una buena oportunidad para reafirmar su solvencia y la Monarquía un instrumento incómodo, no deseado, pero útil por real, para mantener distancias, evitar intromisiones y seguir adelante con la regeneración de la institución marcada por Felipe VI.

Jaume Matas, el instrumento voluntario para maniobrar todo lo que pudo cocerse en Nóos, cambió el viernes su posición de forma radical. Admitió por primera vez el "daño causado" y ofreció su palacete de Palma como reparación. Sin duda pretende asegurarse un atenuante frente a los 11 años que inicialmente pide el fiscal para él. La maniobra de última hora del expresident da cuenta del grueso calado de todo cuanto se dirime en Nóos. El juicio debe servir para clarificarlo de una vez por todas en bien de las instituciones, desde la Corona a la Administración Autonómica, y de la confianza que ellas deben merecer para los ciudadanos.