Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Jose Jaume

Universos paralelos

Mariano Rajoy, sumergido en su universo paralelo, ajeno al que realmente habita, escenifica la ficción de que no es un presidente en funciones, un simple interino, a la espera de que el Congreso de los Diputados le diga que no acepta su continuidad en el cargo. El candidato del PP y sus ministros, también abducidos a la fantasmagórica dimensión en la que Rajoy se ha instalado, nos quieren convencer de que todo transcurre igual que antes del 20 de diciembre, como si en esa fecha fatídica no hubiera quedado hecha trizas la mayoría absoluta que ha permitido al presidente en funciones estar a salvo en Moncloa. El delirio de Rajoy es eso: una ensoñación, porque lo que a partir de la semana que viene empezará a comprobarse es que el PP no tiene con quien aliarse para mantener, de entrada, la presidencia del Congreso de los Diputados y comprobar a continuación que también ha perdido la capacidad de hacer de la cámara una disciplinada sucursal del partido. El miércoles, Rajoy Brey, sus ministros en funciones y el PP, se toparán con el otro universo, el creado por el bing bang electoral que les ha situado en el vacío: son una estrella errante, sin rumbo, fuera de cualquier sistema planetario en el que las órbitas de unos y otros están entrelazadas. El PP constatará que la arrogancia y displicencia con la que se ha manejado en la pasada legislatura, la de su mayoría absoluta, se disponen a cobrarle una onerosa factura.

Al tiempo, el secretario general del PSOE hace un viaje a Lisboa que es cualquier cosa menos una excursión de fin de semana. Pedro Sánchez se ha entrevistado con el primer ministro del Gobierno de Portugal, el socialista Antonio Costa. Atención: Costa ha enviado a la oposición a la coalición derechista de Passos Cohelo, que venía de obtener la mayoría simple en las elecciones, pactado con el Bloco, una fuerza política similar a Podemos, y el Partido Comunista. Lección práctica de parlamentarismo: no gobierna quien llega primero, sino quien es capaz de concitar más respaldo en la cámara, en el caso portugués en la Asamblea de la República. Pedro Sánchez, si acaba por embridar a sus críticos, empezando por la demagoga populista que gobierna en Andalucía, en quien tienen depositadas sus esperanzas los atribulados dirigentes del PP, está en condiciones de hacer lo mismo en Madrid que lo que el premier Costa ha levantado en Lisboa: una mayoría nítidamente de izquierdas, un frente popular (de desasosegante evocación para las derechas hispanas) en el que también habrá que incluir a los nacionalistas. Difícil, cierto, pero posible y realizable, siempre y cuando, insistamos en ello, que el PSOE se dedique a urdir los mimbres del mismo y no a despedazarse públicamente, que es lo que ha hecho desde el 20 de diciembre para pasmo y estupefacción de sus votantes, incrédulos al comprobar cómo quien ha sido colocado en el eje de cualquier combinación de gobierno echa por la borda una posición que le permite salir airoso del trance electoral.

La visita a Lisboa constituye el inicio de la representación que desea protagonizar el secretario general del PSOE. Hay que aguardar a que los actores aparezcan en escena y hagan su papel para que sepamos a qué atenernos, pero ciertas declaraciones, más bien insinuaciones, tanto de los dirigentes socialistas como de los de Podemos, parecen indicar que se están tendiendo los primeros puentes, que se explora la alternativa del frente amplio de la izquierda y nacionalistas, campo, éste último, deseoso de pactar: el PNV mantiene unas excelentes relaciones con Pedro Sánchez; tanto ERC como Convergència, después del fiasco catalán, necesitarán urgentemente retornar a un cierto pactismo para no quedar en tierra de nadie, al margen del ámbito institucional.

La alternativa de la repetición de elecciones es la peor para el PSOE: corre el riesgo cierto de ser sobrepasado por Podemos, y al partido de Pablo Iglesias no le viene mal el acuerdo con los socialistas, al posibilitarle disponer de cuatro grupos parlamentarios en el Congreso de los Diputados, a lo que se niegan en redondo PP y Ciudadanos, consiguiendo, además, un grado de influencia muy notable. Unas nuevas elecciones siempre son impredecibles, aunque parezca que les han de ser favorables. ¿Y Ciudadanos? Las teme más que los socialistas: si se vuelve a votar el PP tal vez les haga un roto de consideración, disminuyendo drásticamente el número de diputados que obtengan. Lo que no se sabe es si Rivera está en condiciones de soslayar las presiones de sus patrocinadores. Si puede, no es descartable su abstención en la presunta votación de investidura de Pedro Sánchez.

¿Es ese desenlace el de otro universo paralelo, semejante al que tiene como inquilino temporal a Rajoy? Para muchos en Madrid, por supuesto: se han movilizado para hacerlo presidente o, como mal menor, repetir elecciones. Sánchez tiene decidido ignorarlos. El viaje a Lisboa lo corrobora. Veremos qué dicen en Sevilla. Pero si no hacen el trabajo sucio al PP ese universo paralelo dejará de serlo y en España se constituirá un gobierno de izquierdas, que no podrá hacerlo todo (la reforma constitucional necesita del pacto con el PP), pero sí muchas cosas y de no poca envergadura, entre otras una serie de reformas institucionales, incluida la de la ley electoral.

Compartir el artículo

stats