Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Las dudas del emperador Obama

Tras amigarse con Irán y Cuba, países anteriormente situados en el "Eje del mal", Barack Obama quiere quitarle hierro a la condición imperial de Estados Unidos. Para el presidente americano, EE UU sigue siendo una nación excepcional, pero ya no el pueblo más o menos elegido que podía imponer sus deseos al mundo. Está por ver que sea realmente así.

Similares dudas tuvo en su momento el emperador Constantino el Grande que, a juicio de no pocos historiadores, propició la desintegración de la vieja Roma al legalizar el cristianismo y crear „en cierto modo„ la Iglesia católica que todavía sigue llevando el apellido de Romana.

No parece, sin embargo, que el imperio norteamericano vaya a diluirse con tanta rapidez como lo hizo, en sus últimos siglos, el de Roma. Ni siquiera lo cree así Andrew Bacevich, que hace algunos años predijo el fin del "excepcionalismo" americano entendido como el de un país que tiene por misión la de transformar el mundo. Bacevich, un excoronel de ideología conservadora, admite que esa tendencia imperial de Estados Unidos "perdurará en alguna forma" durante las próximas décadas.

El tremendo palabro "excepcionalismo" define la creencia de que EE UU constituye una nación única y diferente a cualquier otra en la medida que se fundó a partir de los ideales de la ciudadanía republicana y no sobre la habitual base de una etnia, una lengua o una estirpe.

Ni la pata del Cid, ni el pueblo ario de Adolfo, ni los pelos de Wifredo el Velloso, por poner algunos ejemplos egregios, tendrían el menor sentido en una América que venera su Constitución de libertades como si fuese un evangelio laico. Uno ingresa en la ciudadanía americana como en la Legión extranjera: sin que importe su vida anterior y sin más que aceptar las reglas del convento. Es decir: la libertad, la igualdad, el individualismo, la democracia y el libre comercio de mercancías.

Ciertamente, el imperio americano solía utilizar la diplomacia de la cañonera ideada por Roosevelt bajo el principio: "Habla bajito y lleva un buen garrote en la mano". América hablaba entonces por la boca de sus cañones, de tal modo que le bastaba pasear un par de barcos bien artillados por las costas del mundo para cargar sus argumentos de eficacia.

Ese tosco método se ha hecho ya innecesario, lo que no significa que menguasen en modo alguno el poder y la influencia de Estados Unidos. Los americanos siguen imponiendo sus costumbres „desde el Halloween al Black Friday„ sin más cañones que los de las teleseries, las películas de Hollywood y su formidable poderío tecnológico.

Las redes sociales que comunican al planeta son de patente made in EE UU, al igual que las empresas „generalmente con sede en California„ que están revolucionando el transporte, las modalidades de viaje y hasta el alojamiento mediante la llamada economía colaborativa. Suyo es también el dominio cibernético de internet y la capacidad de imponer el inglés como lengua franca de todos los países del mundo, incluida la China que amenaza con arrebatarle su primacía económica y militar.

Aun así, el actual emperador Obama „quizá influido por Bacevich„ duda de que Estados Unidos sea un país aparte en el desconcertado concierto de las naciones. Será que, a veces, la cercanía con la realidad impide ver que un imperio sigue siendo un imperio. Aunque ya no use tanto los misiles.

Compartir el artículo

stats