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Llorenç Riera

Vivienda usada como seña de recuperación

Los datos positivos pueden utilizarse como terapia adecuada para paliar las secuelas de años de pesimismo y dificultades económicas transformadas, en demasiados casos, en dramas personales y lacras sociales. A los engranajes de la recuperación económica les falta todavía mucho, demasiado, lubricante. Esto no es óbice, sin embargo, para celebrar cualquier incorporación positiva y efectiva a tan compleja maquinaria, especialmente cuando estos elementos dan pistas claras sobre la proximidad de una bonanza que, por deseada, parece imposible de obtener. Hoy toca fijarnos en el robustecimiento experimentado por las viviendas de segunda mano.

En estas islas vuelve a haber demanda decidida de casas usadas. El alquiler y la estancia permanente en la segunda residencia familiar, impuestos en los últimos años por efecto de la crisis, no se consolidan como hábitat estable preferente. Buenas temporadas turísticas, cierta recuperación laboral y el estímulo de la inversión extranjera animan a comprar de nuevo vivienda usada. Por supuesto, también influye sobre este nueva tendencia la consabida escasez de suelo urbanizable en municipios tan determinantes como Palma y Calvià. Son datos que confirman quienes más trabajan en el sector de los inmuebles de segunda oportunidad como el portal de venta por internet, Idealista.com.

Balears ha pasado a ser la comunidad española en la que más se ha incrementado el precio de la vivienda usada. Lo ha hecho en un 3,3% cuando la media nacional es negativa en el 2%. Solo el País Vasco y Madrid superan a las islas con tarifas más altas.

Se debe tener en cuenta, de todos modos, que los buenos datos que va consolidando el archipiélago balear lo son partiendo de los duros ajustes aplicados en los años anteriores y de la constante caída arrastrada por el sector. Para acabar de encuadrar el panorama hay que incorporar a él también la opinión de los profesionales del sector que advierten de la persistencia de algunos efectos de la burbuja inmobiliaria. Quizás esto es lo que explica que en lugares tan significativos como Port de Pollença, Inca y Manacor, los precios de pisos y casas de segunda mano se mantengan a la baja y al margen del conjunto de la tónica positiva insular.

En el otro extremo se sitúan lugares tan distantes como Andratx y Son Servera donde las casas usadas han incrementado su precio un 8,3% de media y se cotizan a 1.874 euros el metro cuadrado, ligeramente por encima de Palma donde se piden 1.865 euros. Entre oasis y desiertos de espacios con cotización muy diferente, sin salir de Mallorca, sobresale el caso de un Port d'Andratx que con 2.830 euros el metro cuadrado puede codearse con la media de Madrid establecida en 2.820. Eso si, aún con el alto interés que existe sobre la costa mallorquina, se está considerablemente por debajo de los barrios más elitistas de la misma capital, Barcelona o San Sebastián.

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