Cuando hace pocos días los medios dieron la noticia de que la NASA abrió un período que acabará el próximo 18 de febrero para reclutar voluntarios para viajar a Marte en un viaje sin garantía de retorno miré la fecha por si ya estuviéramos en el día de los Santos Inocentes. Pues no, iba en serio. "La NASA está preparando un ambicioso viaje a Marte y estamos buscando hombres y mujeres con talento y de diferentes ámbitos para que nos ayuden a llegar allí". Tal la comunicación de Charles Bolden, administrador de la agencia y exastronauta. Por lo visto los aspirantes pasarán pruebas muy exigentes y recién en el 2017 sabrán si fueron seleccionados.

Los científicos discuten si el paseíllo será de ida y vuelta, o sea un trayecto de ocho meses embutidos en una carcaza metálica y en total dos años para el regreso, o sin retorno. Nada de esto ha resultado disuasorio. Hay más aspirantes que plazas.

El decidido entusiasmo de los aspirantes a un proyecto que tiene visos de demencialidad suicida invita a explicar las posibles motivaciones. Los reportajes a algunos de ellos muestran un interés por el descubrimiento y la realización de una proeza que cambie el destino de la humanidad.

Pero detrás de la mayoría de los entusiastas se dibuja un deseo de plenitud en contraste con las limitaciones de este mundo con tantas limitaciones. Curiosamente la rebeldía frente a las frustraciones de la vida y el ansia de una satisfacción plena están detrás de gran parte de los desajustes emocionales los psicólogos clínicos tratamos de reconducir.

La intolerancia y el rechazo a las frustraciones son la causa del consumo de drogas psicotrópicas, la bulimia, la ludopatía, la impulsividad, el amor obsesivo... o un viaje a Marte sin retorno. Se trata de un sentimiento de todo o nada. La realidad es que el todo no existe, que en toda situación, por buena que sea queda un resto y por si fuera poco, tampoco hay eternidad. Eso significa que los logros bastante felices son, en alguna medida, efímeros.

Este machacado planeta Tierra, esta trabajosa vida con fecha de caducidad, estos amigos y amantes imperfectos, son lo que hay. Que no es decir nada. Pero los exaltados aspirantes a astronautas puede que no lo sientan así. Además, como dice un antiguo refrán persa, "la locura tiene infinitos modos de recompensar a quien la padece". Ante aquello de las lentejas, que las comes o las dejas, optan por dejar este pájaro en mano e ir, nunca mejor dicho, tras los cien volando.

* Psicólogo clínico