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Antonio Papell

Los programas económicos

En esta jornada de reflexión, puede ser adecuado repasar los programas económicos de los cuatro partidos que, según todos los indicios, se repartirán esta vez la mayoría de los escaños.

El PP ofrece como es lógico continuidad con respecto a las políticas basadas en una contención del gasto mediante recortes del estado de bienestar, con una fiscalidad a la baja para incrementar la productividad. En materia laboral, no propone una nueva reforma y marca el objetivo de conseguir los veinte millones de ocupados en 2020; incorpora algunas medidas aisladas enunciadas por C's, como la mochila austriaca o el cheque de formación; en el campo de la competitividad, aborda la escasa dimensión de nuestras empresas, propone cambiar el régimen de autónomos, aboga por la desintermediación financiera y el uso del capital riesgo para la financiación de las pymes; apuesta por la unidad de mercado y por una planificación de infraestructuras que facilite el despegue de la industria logística. En lo tocante a la fiscalidad, el PP fía toda la consolidación fiscal al crecimiento, la reducción de ineficiencias y la reducción de gastos cíclicos, y en última instancia a la reducción del gasto, ya que propone una clara reducción de impuestos. En definitiva, si tienen lugar reducciones de ingresos, habrán de compensarse con nuevos recortes, que no se especifican.

EL PSOE ha presentado según los expertos el mejor y más completo programa de gobierno, de corte claramente socialdemócrata. En un primer bloque propone orientar la economía española hacia el conocimiento, la innovación y la digitalización, con un incremento del I+D+i hasta el 3%. Un segundo bloque, referente al mercado laboral, propone una reforma del sistema público de empleo que fomente la coordinación entre las políticas de protección y las políticas activas de formación; también se proponen acciones de lucha contra el fraude en las contrataciones y una subida del salario mínimo hasta el 60% del salario medio neto en dos legislaturas. Finalmente, en el capítulo fiscal -Sánchez ya ha advertido en campaña que mienten quienes prometen bajar impuestos- se propone incrementar los ingresos públicos en dos puntos del 38,2% al 40,2% del PIB en 2019, a la vez que se adquiere el compromiso de reducir el déficit público al 1%. Estas medidas deberían facilitar el espacio fiscal necesario -unos 3 puntos del PIB- para mejorar las políticas sociales, intensificar la redistribución y reactivar la política industrial y de I+D.

El tercer partido en discordia, Ciudadanos desarrolla un programa liberal -tal es la adscripción de su autor, el catedrático Luis Garicano-, quien reconoce sin embargo el importante papel del Estado en una economía moderna. Sugiere incrementar el I+D, promover un mayor tamaño de las empresas, elaborar leyes de segunda oportunidad, bajar impuestos para recaudar más, mejorar la independencia de los reguladores y los mecanismos de contratación, aliviar la fiscalidad de los autónomos y asegurar la independencia de la Agencia Tributaria. La reforma estrella del programa es el contrato único, con tantos adeptos como detractores.

Finalmente, Podemos ha elaborado el programa más social, muy alejado del leninismo originario y adecuado pragmáticamente a la realidad actual. Es claramente keynesiano -socialdemócrata - y se basa en cinco objetivos: garantizar el derecho al trabajo, atender a los más afectados por la crisis, transformar el modelo productivo, reducir el peso de la deuda y fomentar la igualdad hombre-mujer. En el terreno fiscal, propone lucha contra el fraude, incremento de los tramos del IRPF, incremento de los impuestos ambientales y reestructuración del IVA; además, presenta una completísima memoria económica que ha sido elogiada por todos los expertos, según la cual en 2019 los ingresos del Estado habrían crecido entre 3,5 y 4 puntos. En definitiva, es un programa de izquierdas por una cuestión de grado, no porque proponga tesis rupturistas.

Éste es, muy simplificadamente, el panorama económico, cuya digestión debería servir para orientar el voto de mañana.

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