Diario de Mallorca

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La gran expectación creada para sumar audiencia al "debate" entre los números uno de los dos grandes partidos que hasta entonces han representado el bipartidismo en España tuvo éxito. Más de diez millones de personas siguieron el encuentro, y el encontronazo. El único mérito de los contendientes fue transmutar el lógico interés en una gran frustración, en una lamentable representación de lo que no debería ser la política en un país civilizado que disfruta de una democracia avanzada. Fue una parodia, por desgracia, de una realidad política que no comparte la mayoría de ciudadanos. Explicación y debate de lo que pretenderían hacer si ganasen y lograsen formar gobierno, nada de nada, profusos insultos y negatividad compitieron en escarnios y acusaciones; ideas para el próxima legislatura, imperceptibles. El debate, que iba a ser "histórico", se transfiguró en un altercado mordaz, sin conducción por parte de Campo Vidal. Si después del renuente encuentro preguntásemos a alguien, que estuviese en su sano juicio, si le gustaría que uno de los dos púgiles fuera quien dirigiera el gobierno del país la repuesta sería ¡no! Los dos perdieron, el ganador de este combate no fue uno sino dos, dos que no estuvieron invitados, Albert Rivera y Pablo Iglesias.

La refriega, cuya finalidad era movilizar al electorado indeciso hacia sus respectivas formaciones consiguió lo contrario, alejarlo. Peor no lo pudieron hacer, quedó claro, esto sí, que ambos representan partidos atacados por el gusano de la corrupción. Sin embargo hay formas y formas de decir las cosas, ellos prefirieron, en vez de razones, darse garrotazos. ¿Dónde quedaron las propuestas útiles para la gobernanza?. ¡En qué manos podría quedar el gobierno de la nación!. La gente hubiese deseado que explicaran sus programas con sencillez, claridad, respeto y por supuesto sin insultos. Sánchez "se pasó de acelerón" y algo empezó a oler a quemado, y Rajoy "se paso de frenada" y algo olió a chamusquina. Sobre propuestas de futuro no tuvieron tiempo.

En países anglosajones, con mayor tradición democrática, mejor cultura y más educación, estos debates a veces se celebran incluso sin moderador porque los participantes saben que posibles excesos verbales les van a pasar factura en las urnas, el ciudadano en EE UU por ejemplo no perdona a candidatos comportamientos como el del lunes y si se producen aplica el correctivo el día de las elecciones. La gente, incluso en este país tan maleducado, se merece una cierta consideración, un respeto por las formas, por ni siquiera haberlas considerado, tal vez hemos asistido a la defunción del bipartidismo que representaron el día 14 Rajoy y Sánchez. No estuvieron a la altura de sus responsabilidades.

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