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Cuaderna

Antonio Cicerol. In memoriam

Se nos fue Antonio Cirerol, político de raza y ejemplar padre de familia. Tuve la suerte de compartir con él los primeros cuatro años de la recién estrenada Autonomía Balear. Corría el año 1983, cuando tuvieron lugar las primeras elecciones autonómicas y como fruto de ellas don Antonio Cirerol tuvo la alta y noble responsabilidad de dirigir el Parlament y poner en marcha la principal institución democrática que de ello se deriva. No le conocía de nada, pero desde el principio me di cuenta de que se trataba de una persona íntegra, de fuertes convicciones políticas y de principios éticos y morales inquebrantables.

Descubrí en él su pasión por la política, haciendo de su labor una plasmación equilibrada y de dominio de virtudes, impregnada de ideales como el esfuerzo, la toma de decisiones en beneficio de todos y predicando con el ejemplo. Todo le ha hecho merecedor de un liderazgo moral que le han reconocido todos los partidos. Pues él, mostró, en su quehacer diario, sensibilidad, amor a la verdad y sobre todo capacidad de integrar.

Hizo de la autodisciplina su hoja de ruta y no regateó esfuerzo alguno en tratar a todos por igual, dejando translucir su radical humanismo cristiano. Sin necesidad de renunciar a sus principios tenía la capacidad de hacer prevalecer la objetividad en las decisiones, a partir de distintas opiniones que formaban el arco parlamentario. Repito, nunca renunció a sus ideales, pero a la hora de buscar acuerdos, estos nunca eran motivo de distanciamiento por diferencias y prejuicios. Se esforzaba siempre en actuar desde la responsabilidad, la coherencia, la compresión y la veracidad.

Puedo decir que en él se daban las tres virtudes que Max Weber atribuye al buen político: "Entrega apasionada a su causa, sentido de la responsabilidad y mesura". Ya sé que algunos pensarán que me dejo llevar por la subjetividad de mi relación personal con él. Puede ser que así sea, pero no por ello, deja de ser verdad, al menos para mí, todo cuanto aquí expreso. Me conforta haber escuchado las palabras que la actual presidente del Govern Balear le ha dedicado. Me quedo con la expresión, "Fue un político que busco el diálogo y el acuerdo en un tiempo en que todo estaba por hacer"

Por otra parte, he tenido el privilegio de conocer a su familia. No me extraña que siendo un buen padre de familia haya sido también un buen político. Supo hacer la traslación de sus virtudes como padre de familia a la política. Como padre sabía sacar tiempo de donde no lo había y, sin ejercer presión alguna, siempre estaba al tanto de la educación y necesidades de sus hijos. Está claro que su esposa ha sido fundamental en la vida de mi amigo Antonio. A ella le ha tocado no solo comprender, aceptar y apoyar a su marido en la pasión de la política, sino que, además, lo ha hecho con vocación y discreción.

Podría decir que Antonio, creyente practicante, junto a su querida e inseparable esposa han sabido aplicar aquel principio bíblico del pasaje Deuteronomio 6:6.7: "Estas palabras que te estoy mandando hoy tienen que resultar estar sobre tu corazón; y tienes que inculcarlas a tus hijos, y hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, y cuando te acuestes, y cuando te levantes". Todo ello es la revelación de la palabra de Dios exhortando a los hombres a participar activamente en la educación de sus hijos. Ha sabido hacer realidad los cinco principios bíblicos del buen padre; a saber: dedicarles tiempo, impregnar la vida familiar en el arte de la disciplina del amor, el respeto a su esposa, la comunicación y el ejemplo de su quehacer diario.

Gracias Antonio por tu ejemplo, coherencia, lealtad y honorabilidad, como síntesis de honestidad y honradez.

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