Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Las manos a la cabeza

El auge de la derecha más extrema en Francia sólo produce en la izquierda grititos de horror y fórmulas de pánico, sin dedicar ni un minuto a ahondar en las causas de este desbarajuste y hundimiento de la socialdemocracia. Lo cierto es que la izquierda francesa hace ya tiempo que está observando con estupor cómo el FN le está comiendo el terreno en zonas que consideran de su propiedad. Zonas conflictivas cuyos habitantes se han sentido abandonados por esa izquierda embalsamada de hipocresía, y que se ha limitado a contemplar con impotencia cómo el FN trataba el problema con mucha más dedicación. Sin ir más lejos, el fracaso del multiculturalismo que, lejos de ser la panacea y esa especie de ecumemismo en el corazón de Europa, ha devenido fuente de conflictos y desgarros sociales y culturales. Sabemos de muchos izquierdistas de salón que defienden un discurso impoluto en cuanto a tolerancia se refiere y que, en su fuero interno, agradecen la sinceridad, a menudo brutal, de la extrema derecha en el tema de la inmigración. Un asunto peliagudo que la izquierda no sabe cómo encarar sin perder la cara. En fin, que esa extrema derecha les hace el trabajo sucio para que ellos puedan seguir definiéndose como perfectos socialdemócratas y viviendo en esa progresía acomodada, convenientemente alejada de esas desagradables zonas de conflicto, limitándose, cuando las cosas vienen al dadas, a pronunciar las palabras "miedo y horror, xenofobia y fascismo." Sin embargo, los que están en primera línea de combate, los trabajadores que tienen que bregar cara a cara y cuerpo a cuerpo con el problema de la inmigración son los que, sin duda, se han decantado por un voto duro y frontal, sin ambigüedades. Más que nada porque su mundo carece de esas confortables ambigüedades. Han visto cómo la izquierda ha preferido mirar hacia otro lado para instalarse en una zona tibia, neutral y, en definitiva, cobarde, mientras que el FN, con un discurso mucho más contundente y más cercano a la calle sí, he dicho bien, más pegado a la calle les ofrece una salida más clara. Han comprobado el fracaso de la tolerancia, un concepto peligroso y resbaladizo que tiene que ser revisado de forma periódica para que no caiga en la banalidad. En efecto, no todas las situaciones son tolerables.

Lo cierto es que tanto los socialistas como la derecha liberal están yendo a remolque de las propuestas del FN. A remolque de lo que ellos consideran un movimiento reaccionario. Para que vean. En cualquier caso, no hay que olvidar que los republicanos de Sarkozy comparten no pocos puntos de vista con el FN. La frontera entre ambos partidos es bastante porosa. En lugar de limitarnos a emitir chillidos de horror y de mentar al fascismo, seamos un poco más inteligentes, menos simplones y preguntémonos qué es lo que ha fracasado, cómo hacer frente a este tremendo problema en el que estamos inmersos y muchos siguen sin querer afrontarlo, instalados en ese cada vez menos confortable estado de apatía y buenos alimentos que nos permiten, como ya apuntaba antes, seguir desarrollando unos discursos la mar de tolerantes y comprensivos Ambos adjetivos, por supuesto, convenientemente entrecomillados, ya que hubiera sido más correcto decir: la mar de "buenrrollistas y amorfos." Habrá que hacer caso a Zizek cuando afirma que, en la actualidad, las posturas más vitales y enérgicas, con más músculo, nervio y decisión son, justamente, los frentepopulistas de Le Pen y los fanáticos islamistas. Ambos se expresan con una claridad que cala en determinados sectores de la población, y ofrecen soluciones contundentes. Mientras que los sectores moderados no pueden atajar, debido a su exceso de moderación ya ven el empuje y fortaleza espiritual de los otros. El exceso de moderación puede traducirse sin problemas como pusilanimidad.

No es extraño, entonces, el éxito tanto de unos, la derecha más extrema, como de los otros, el islamismo radical. Si no queremos optar ni por uno ni por otro y, sobre todo, si no queremos morir emparedados, habrá que despertar, ponerse las pilas, armarse de valor y arrojar tanto lastre relativista y equidistante y, por tanto, apático y estéril, y tomar partido de una vez por nuestros valores, si es que nos queda alguno por ahí. Vamos a ver, ¿estamos dispuestos a luchar por nuestros valores con la misma intensidad con la que luchan los demás? Sin duda, no. Por pereza, miedo, anemia intelectual y vital o falta de convicción que, al fin y al cabo, es lo mismo. Lo cierto, de todos modos, es que la derecha populista está marcando el paso, poniendo el dedo en la llaga en cuestiones muy sensibles, mientras que las opciones moderadas se limitan a reaccionar de dos modos: o bien a la contra, desde una izquierda desconcertada e impotente, o bien desde un posicionamiento liberal que, por supuesto, rechaza el populismo de esa derecha, aunque admite que algo hay que hacer con el tema de la inmigración, ya que la gente ay, la gente está francamente preocupada. El FN ya no es tan sólo aquel partido de vejestorios airados. Muchos jóvenes y trabajadores están optando por esa fuerza. Llevarnos las manos a la cabeza y seguir apelando al miedo no conduce a nada.

Compartir el artículo

stats