Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

Continuidad o cambio

La sociedad española debe decidir el próximo 20D entre la continuidad y el cambio. Según los barómetros del CIS los mayores apoyos del PP y del PSOE se encuentran entre las franjas de ciudadanos de mayor edad y con menos estudios y residentes en pueblos y ciudades pequeñas. Los apoyos más claros de Ciudadanos y Podemos entre los más jóvenes, con estudios superiores y residentes en ambientes urbanos. No creo que sea una deducción arriesgada postular por tanto que el voto a PP y PSOE tiene un acento claramente conservador mientras que el voto a los partidos emergentes lo tiene progresista, si aceptamos que el voto conservador es el que se dirige hacia opciones conocidas, asentadas y experimentadas; y el voto progresista el que apunta a lo nuevo, a la esperanza en un futuro diferente a la realidad del presente al que nos ha conducido lo viejo. Si casi nadie de derechas o de izquierdas es capaz de negar la crisis del sistema político que se inaugura con la Constitución de 1978, es intelectualmente muy difícil imaginar que cualquiera de los dos partidos, PP y PSOE, que lo han protagonizado en exclusiva, pueda superarla. La crisis política tiene que ver con la ruina a la que ha conducido al país la oligarquía política surgida del sistema electoral proporcional de listas cerradas y bloqueadas. Unas oligarquía formada por profesionales de la política que han demostrado ampliamente su incompetencia y su corrupción.

La prueba del nueve para diagnosticar la potencialidad de cambio o de continuismo ahora en España tiene que ver con la posición que se adopta respecto al sistema electoral; sin su reforma no habrá regeneración política. El sistema proporcional es generador de oligarquía; el sistema mayoritario de circunscripción uninominal, de poder ciudadano. La postura del PP está clara y ha sido repetida por Rajoy estos días. No tocar el sistema electoral general y cambiar el de las elecciones municipales para que sea alcalde el que encabece la lista más votada. Es decir refuerza el poder de las cúpulas partidarias frente al ciudadano que sigue sin poder elegir por sí mismo su candidato preferido, debiendo votar la lista que los partidos le presentan. La postura del PSOE también está clara. No quiere reforma del sistema. Sánchez solamente está dispuesto a que las listas sean desbloqueadas, pero que sigan cerradas. Y ya se ha visto por la destitución de Gómez en Madrid que el PSOE predica primarias como propaganda participativa pero las aborta en cuanto le conviene al cesarismo de su dirigente máximo. Pura hipocresía. Ciudadanos propone un sistema parecido al alemán, proporcional, pero que permite dos votos, uno dirigido a una lista partidaria y otro a un candidato en una circunscripción uninominal. No es el sistema en el que todo el poder es para el elector, pero es un compromiso entre el empoderamiento al ciudadano y el temor a la falta de cohesión que presuntamente existe en España que pudiera inducir a la ingobernabilidad; que sabemos que no se produce ni en EE UU ni en el Reino Unido (formado por cuatro naciones: Inglaterra, Gales, Escocia, Irlanda del Norte). No es lo que sería deseable, pero es un paso indudable respecto al búnker actual. Parece ser que Podemos está de acuerdo en esta cuestión con Ciudadanos.

Otras cuestiones que permiten vislumbrar la posibilidad o no de cambio político son los cambios constitucionales que se proponen. PP y PSOE quieren mantener el Senado, las diputaciones, el sistema de nombramiento por cuotas partidarias del Consejo general del Poder judicial y del resto de instituciones del Estado como el Tribunal de Cuentas y el Tribunal Constitucional que les han convertido en agencias de colocación de sus militantes, les han permitido un ejercicio del poder sin las limitaciones del mismo propias de un sistema de división de poderes y la colonización partidaria de las empresas e instituciones del Estado, pura corrupción. Tenemos un Estado de los partidos en vez de un Estado de los ciudadanos. El clientelismo político es la forma mediante la cual las cúpulas oligárquicas endogámicas aseguran su supervivencia. Para conservar el poder el PP y el PSOE han procedido con Zapatero y Rajoy a reformar las pensiones, recortar el sueldo a los funcionarios, aumentar los impuestos y proceder a recortes importantes en educación y sanidad antes que pinchar la burbuja política que ha dividido la sociedad española entre indignados y privilegiados. El orden debía ser el inverso.

Las encuestas publicadas hasta el momento predicen que no habrá ningún partido con mayoría absoluta, aunque el PP es el partido con mayor intención de voto, con una distribución de escaños que podría ser, según la del CIS, realizada entre el 27 de octubre y el 16 de noviembre: PP: 120-128; PSOE: 77-89; C's: 63-66; Podemos: 23-25. Lo viejo no acaba de morir, lo nuevo no acaba de nacer. La campaña electoral será decisiva dado el porcentaje de indecisos, un 41,6%. Está por ver cuál va a ser la decantación final entre el bipartidismo y los emergentes. El futuro presidente será Rajoy o el vencedor de la pugna Rivera-Sánchez, pugna para la que está mejor colocado Sánchez por la más extendida implantación del PSOE en el territorio. Aunque se puede prever que el gobierno va a resultar de un pacto, bien de gobierno, bien de legislatura. Y que ese pacto, excepción hecha de la improbable Grosse Koalition, quedará condicionado por, al menos, uno de los dos partidos emergentes, por lo que será inevitable el proceso de reforma constitucional y alguna forma de regeneración política.

Rajoy se permite el desprecio de hurtar su presencia en los debates a cuatro, pero nada garantiza que siendo la lista más votada pueda gobernar. Los debates realizados y la propia campaña revelan que el elemento débil de la confrontación es Pedro Sánchez y el PSOE. Su permanente referencia a las dos derechas (PP y C's) esconde la realidad de la fuga de votantes socialistas a Podemos y a C's. Si C's se nutre en muy buena parte de exvotantes socialistas es por su condición de partido centrista. Es muy significativo que el PSOE sólo haya podido convocar en su mitin de Inca a 1.000 seguidores, mientras C's y Podemos reunieran en Palma 1.500 y 5.000 respectivamente. El nerviosismo de Sánchez, que sabe que sus enemigos que no adversarios del PSOE (una señal evidente de la debilidad de su liderazgo) están a la espera de los resultados para desalojarle de la secretaría general, se ha evidenciado en su mitin de La Coruña, donde ha pronunciado una extraña soflama de gritos estentóreos en busca del aplauso culminada con una no menos extravagante apelación: "¡Sacad la raza que tenéis dentro!" Inaudito. Aunque si no Rajoy, como decía Rivera, sino El País ha venido en su editorial del miércoles a salvar al soldado Sánchez frente a Rivera. Los malpensados como el firmante pensamos que, en realidad, al que está defendiendo El País por persona interpuesta es a Rajoy. A éste puede dañar Rivera si Sánchez se hunde.

Compartir el artículo

stats