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Matías Vallés

Al Azar

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Obama se traga un atentado

La historia del siglo XXI habría sido muy diferente, si el 11S se hubiera disfrazado como un error encadenado del control aéreo, o si hubiera triunfado la atribución del 11M a ETA. La verdad habría acabado por imponerse, pero los días transcurridos hasta la asignación correcta hubieran difuminado el impacto. Obama ha adoptado la táctica de Aznar, y se ha tragado un atentado islamista de libro mediante su falsificación deliberada durante las jornadas cruciales. Ha engañado para minimizar la onda expansiva, por la soberbia de que Estados Unidos se cree inexpugnable y por miedo a admitir que el Estado Islámico se considera el verdadero Islam en la interpretación de países como Arabia Saudí o Catar.

La matanza de catorce personas en California es la mayor en años en un país donde son habituales los asesinatos en masa. Se desterró la etiqueta islámica porque Washington venía culpando a Francia de los atentados en su suelo. Tras la carnicería parisina, John Kerry volvió a insistir en los presuntos excesos de Charlie Hebdo. En su crónica de lo ocurrido, la revista Time que se inventó el concepto del "siglo americano" denigraba a "la Unión Europea, con sus fronteras abiertas de par en par y sus míseros presupuestos de Defensa". Por lo visto, la fortaleza América que consume la mitad del presupuesto armamentístico mundial no es por ello invulnerable.

El semanario americano se mofaba de "la chocante laxitud del trabajo policial en Bélgica", cuando el FBI es incapaz de localizar un atentado ni cuando ya se ha producido. Washington remolonea mientras la NSA graba todas las llamadas del planeta, por lo visto con nula eficacia antiterrorista aunque con notables virtudes para el chantaje económico y personal. No debe desdeñarse la colaboración entusiasta de los periodistas patriotas, porque el New York Times fue más duro en enero con los caricatos de Charlie Hebdo que con sus asesinos. La principal baza terrorista es el miedo de Occidente a llamar a las cosas por su nombre. Obama prefiere una matanza típicamente americana a un atentado islamista.

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