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Llorenç Riera

Males de la disputa de los viajes del Imserso

El llamado turismo social que desde hace años promueve el Gobierno a través del Imserso, está concebido con dos objetivos fundamentales, el de posibilitar el viaje y la estancia vacacional a jubilados de pensión baja y media y, por otro lado, alargar la temporada y la actividad comercial en las zonas turísticas afectadas por la estacionalidad. Es una iniciativa que se ha consolidado con notable éxito en todos los sentidos pero que, sin embargo, este año, cuando menos se esperaba, parece haber producido el efecto contrario. El programa de viajes del Imserso se ha autolesionado, con los efectos perjudiciales que ello comporta, en el peor momento y en el año en que estaba dotado de mayor presupuesto, 198 millones de euros.

Ha ocurrido por discrepancias y recursos entre los aspirantes a la concesión, Mundosenior, por un lado, que es lo mismo que decir Halcón Viajes o Globalia y Barceló y del otro Mundiplan, marca de Iberia para el caso. Este último grupo presentó una oferta 16 millones más baja que su oponente pero fue vencido en la parte técnica por Mundosenior.

Entre acusaciones de "trato desigual, irregularidades y arbitrariedad" ha ido pasando más tiempo del deseable y el asunto, el recurso, se ha saldado con una solución salomónica que a nadie parece haber satisfecho. Cuando decimos nadie incluimos a usuarios del programa, establecimientos que se encargan de llevarlo a término y ofertas complementarias que se benefician de ello. Un concesionario se queda con los viajes de la península y el otro con los de las islas, pero el retraso y sus secuelas ya se han vuelto irreversibles.

El sindicato CC OO estima en 3.500 el número de puestos de trabajo perdidos y en treinta los hoteles de Eivissa y Mallorca que han tenido que cerrar en contra de sus previsiones porque los turistas del Imserso no les han llegado en la época esperada, la misma que hacían prever los años de experiencia acumulada. El número de trabajadores fijos discontinuos que se han visto forzados a irse al paro por esta causa se cifra en 2.000.

El descontento y el perjuicio es general porque los mismos pensionistas, en la mayoría de casos repetidores del programa, tampoco han podido hacer las maletas cuando tenían previsto. Ahora no les queda otro remedio que adaptarse a las presiones y los ajustes de última hora. La adjudicación de plazas se ha abierto muy tarde.

Defendiendo los intereses y las legítimas aspiraciones de cada uno se ha acabado dañando las de todos. Es el típico asunto en el que debía haberse evaluado con mayor cautela las consecuencias de las medidas que se adoptaban. Por parte de todos, desde la Administración a los grupos concesionarios en confrontación. A estas alturas sólo cabe esperar que la experiencia sirva de escarmiento y de vacuna para las próximas convocatorias de los viajes del Imserso. Resulta paradójico que en el año de mayor presupuesto hayan causado notable perjuicio social y económico. La revisión de lo ocurrido es obligada. Aunque sólo sea por respeto a los pensionistas que tienen esta única forma de viajar.

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