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El fiscal superior de Balears, en recientes declaraciones a la prensa local, se ha manifestado crítico con la decisión que ha tomado el magistrado Yllanes de integrarse y encabezar la lista de Podemos Balears para las próximas elecciones generales del 20 de diciembre. Tiene derecho, sin duda, el juez Yllanes a integrarse en cualquier partido político, pero al ejercer este derecho invita a quienes, de forma legítima, piensan que su decisión puede generar "sombras de duda" sobre las resoluciones que toman los jueces. Barceló ha ido un poco más lejos y ha dicho que cree que se deben establecer limitaciones, en este sentido, a los miembros de la judicatura.

La decisión de Yllanes ha causado incomodidad no solo en algún medio de la judicatura y de la abogacía sino también ha creado cierta confusión entre la ciudadanía. En tertulias los comentarios eran de todo tipo, aunque la mayoría coincidían en que no es bueno que los jueces estén marcadamente politizados y que esto se ponga descarnadamente en evidencia. También hay quienes lo celebran pues piensan que es conveniente que los que tienen la función de impartir justicia se identifiquen, "que salgan del armario político?". Sin ir más lejos, la señora Prohens, diputada del PP en el Parlament balear, dijo al conocer la noticia que "el juez Yllanes muy apolítico no debía de ser", y añadió: "¿Dónde está la imparcialidad de la justicia?". Sea lo que sea, no sería bueno cuestionar si las resoluciones que toman algunos jueces están afectadas por su criterio político y consecuentemente no ajustadas a derecho.

El magistrado Yllanes ha dicho que "es absolutamente intolerable que se demonice a alguien por participar en el juego democrático", totalmente de acuerdo, pero cuando se representa a una institución como la Justicia el tema deviene algo más sensible y delicado. Un juez debe encarnar la independencia, la imparcialidad y la equidad por una simple razón, porque tiene un poder extraordinario e inapelable sobre bienes y personas. En cuestiones civiles o mercantiles decide lo que corresponde a una parte o a otra y en cuestiones penales un juez de instrucción puede privar de libertad a una persona y un tribunal puede sentenciar y condenar a prisión a un ciudadano, esto es muy serio. Si una decisión de esta gravedad pudiese estar viciada por filias o fobias políticas la justicia dejaría de ser "ciega", la confianza se quebraría y el sistema se derrumbaría.

El señor Yllanes se lamentaba en declaraciones a los medios (19 de noviembre 2015) de que su decisión de integrarse en la política le privaba de presidir el juicio del caso Nóos, cuando este asunto "era un caramelo" para él. ¿Por qué? ¿Acaso no son todos los asuntos iguales? ¿No tienen todos el mismo sabor? Seguramente no, en este caso, se lleva a juicio a una infanta, miembro de la familia real y eso, sin duda alguna, afecta a la monarquía, forma de Estado que algunos partidos políticos rechazan, incluyendo la formación en la que se ha integrado el magistrado.

También fue tentado el juez Castro para encabezar la misma lista al Congreso por Podemos, partido político de ideología radical de extrema izquierda en cuyo ideario figura la república como forma de Estado, todo ello muy respetable. Pero nadie ignora que Castro ha instruido con total libertad y marcado tesón el caso Nóos hasta sentar en el banquillo a la infanta Cristina, miembro de la familia real, a pesar de que la fiscalía y la abogacía del Estado han sostenido hasta la saciedad que esta señora no ha cometido delito alguno y que además nada debe a la hacienda pública. Esta instrucción ha proporcionado al juez Castro enorme notoriedad y le ha situado en el Olimpo de los "jueces estrella". No se debe poner en duda la independencia de Castro e Yllanes, ni pensemos que su ideología radical pueda haber influido en sus decisiones judiciales, pero, como dice el fiscal superior de Balears, no es bueno "generar sombra de duda".

En todos los asuntos relacionados con la justicia la ley no ocupa el primer lugar sino quien lo ocupa es el juez, él interpreta la ley, la norma tiene siempre una urdimbre abierta. Herbrt Lionnel Adolphus Hart, el más importante filosofo del derecho del siglo XX , catedrático de jurisprudencia en Oxford, (1932), sostenía una teoría sobre la "open texture" de las leyes y sus zonas de sombra. Y en esto radica el enorme poder discrecional del juez que es quien debe encajar los hechos en la legislación. El poder extraordinario de quien aplica la norma aconseja que los jueces sean personas independientes, imparciales y estar fuera de toda duda, si no hay independencia e imparcialidad la justicia y el imperio de la ley se desvanecen. Si no hubiese imparcialidad e independencia llevando al extremo esta suposición, lo que más debería preocupar al justiciable sería la posición ideológica del juzgador.

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