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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

La percepción del funcionario

Los dueños de las empresas privadas o públicas son sus clientes. Siempre tienen razón. La marea verde educativa triunfó porque implicó a su clientela, hasta extremos inimaginables en Mallorca. No hay reivindicaciones funcionariales justas, hay reivindicaciones aprobadas por la junta de accionistas, integrada por la suma de contribuyentes. En los últimos tiempos se han solapado dos hechos paradójicos. Los salarios públicos superan por primera vez a los privados, además de la estabilidad en el puesto de trabajo. Sin embargo, los periódicos se inundan de reivindicaciones del funcionariado. Todo ello en una región donde el trabajador privado tiene los peores sueldos de España, que tampoco son para presumir.

El solo hecho de que hoy subsista el Nivel 33 o vergonzoso sobresueldo vitalicio a funcionarios pasados por la política, con independencia de que hayan sido incompetentes o corruptos, insulta a los trabajadores. Incluido el resto del funcionariado, que debería ser el primero en denunciarlo. Mientras la patronal no sube los sueldos a los empleados que suplen con su sobreesfuerzo las carencias de los hoteleros, la información se nos llena de reclamaciones de los funcionarios de la conselleria matrimonial de Sanidad. Carrera profesional, devoluciones o protesta por una reforma horaria de centros de salud explícita en el programa electoral, aprobada por la junta de accionistas de la ciudadanía.

Puede ser injusto, pero la clientela no otorga prioridad a las contorsiones horarias de trabajadores sin incertidumbre sobre su continuidad y que doblan, con todo merecimiento, el salario medio de Mallorca. Basta plantearse cuántos funcionarios abandonan voluntariamente su plaza y se dedican al ejercicio privado de su profesión, para verificar el desnivel. Los propios empleados públicos pueden comparar su situación con las condiciones de sus familiares, sometidos al mercado esclavista de Rajoy. Una médica ejemplar de centro de salud me señalaba ayer que "no crece la accesibilidad sino el despilfarro", con la decisión de la conselleria nepotista. Le replico que no es un asunto de percepciones, sino de percepción. Y ahí andamos.

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