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Bombardeos

La comunidad internacional ha tomado la iniciativa informal de combatir el terrorismo del Estado Islámico bombardeando sus posiciones en Siria e Irak. Como es conocido, el ISIS está establecido materialmente sobre un territorio irregular extendido sobre ambos países. Los Estados Unidos llevan meses atacando por aire las posiciones de los radicales islámicos, y ahora Rusia, decidida a salvar la comprometida posición de Bashar el Assad, ataca igualmente desde el aire al ISIS pero también a otros opositores moderados del régimen de Damasco. Francia se ha sumado a los ataques y el Reino Unido está a punto de hacerlo.

La situación de guerra abierta y enconada entre varias facciones sirias ha provocado ya el exilio de varios millones de personas. Y los bombardeos están produciendo, como parece inevitable, daños colaterales difíciles de evaluar: el ISIS se despliega por las poblaciones que ocupa y es imposible diezmarlo desde el aire sin poner en serio riesgo a la población civil. En definitiva, y como ha recordado el líder laborista Jeremy Corbyn, se está masacrando brutalmente a un enemigo sin mandato legitimador -ni la ONU ni institución alguna ampara los ataques-, y sin mencionar siquiera los riesgos que implica semejante brutalidad, ni, por supuesto, haber planteado siquiera la necesidad de un plan de reconstrucción para recomponer los retazos de un país devastado. El terrible terrorismo es el causante de todo esto pero es difícil de creer que la actual respuesta que se le da al terror sea el método más inteligente y civilizado de combatirlo.

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