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Antonio Tarabini

Clases medias (I): en busca y captura

Todos los partidos políticos van a la caza y captura de los votos de las denominadas clases medias. En la Europa democrática, las clases medias han sido las garantes de la cohesión social, y por su peso demográfico eran (y siguen siendo) básicas para la constitución de mayorías absolutas y/o relativas en las diversas instituciones nacionales, autonómicas y locales. Hay múltiples estudios, entre otros los publicados en Quaderns Gadeso, que analizan sus comportamientos electorales en España incluso en Balears.

Parto de un principio previo. No debemos confundir ni identificar, como se hace con excesiva simpleza, las clases medias analizadas desde una perspectiva sociológica (su ubicación en la estructura social) con lo que se denomina "el centro político" (se supone que equidistante de la izquierda y de la derecha). En el presente artículo voy a limitarme a describir y evaluar la evolución de nuestra estructura social, así como la ubicación y relevancia de las clases medias. En una segunda colaboración intentaré definir sus complejas preferencias ideológicas.

Con el 'boom' económico nuestra estructura social ha sufrido profundos cambios. Los tiempos de bonanza, entorno a los años 2004-2007, posibilitaron la aparición de unas "nuevas" clases medias heterogéneas, abiertas y complejas. Muy diferentes de las clases medias clásicas conservadoras, cerradas, endógenas, fundamentadas en gran parte en su patrimonio (propio o heredado). Estas nuevas clases medias, fruto de la hiperactividad turística y de la construcción, se formaron (y en parte siguen formadas) por segmentos de población de orígenes sociales y culturales diversos, heterogéneos, complejos y plurales. Tales cambios se visualizaron en múltiples profesiones liberales surgidas de las nuevas actividades económicas, en emprendedores empresariales encuadrados fundamentalmente en pymes y autónomos en función de las nuevas demandas, en asalariados con contratos estables y bien remunerados; en funcionarios o en trabajadores de empresas públicas, especialmente de escalas profesionales intermedias. La bonanza económica posibilitó el ascenso social y económico, así como un estatus honorable. Tenían en común niveles satisfactorios de bienestar y buenas perspectivas de futuro.

Pero la profunda crisis ha modificado radicalmente nuestra estructura social, así como la ubicación y status de las clases medias. El libro titulado Cap a on anam? Els ciutadans de les Illes Balears, editado por la Fundació Gadeso, analiza los cambios de nuestra estructura social desde los tiempos de bonanza, la precrisis, la crisis, e incluso la postcrisis. Las brutales reformas que han afectado a los servicios públicos básicos, la pérdida de perspectivas profesionales y laborales, el corte al acceso al crédito empresarial (especialmente a pymes) y a las familias, la escasez de trabajo, la sustitución de un empleo estable por otro temporal y precario, la falta de de perspectivas personales y profesionales para los jóvenes (nuestros hijos) han afectado no sólo a los segmentos más vulnerables instalándolos en un riesgo real de exclusión, sino también a las clases medias. Nuestra estructura social se ha resquebrajado convirtiéndose en dual, donde las clases medias pierden presencia y protagonismo, dejando de ser elementos básicos de cohesión social. No se sabe, ni tan siquiera se intuye, ni cuándo ni cómo saldremos de la crisis a pesar de los anuncios oficiales. Más aún, es muy probable que se mantengan las denominadas "reformas", incluso cuando se haya oficialmente superado la crisis. Estas realidades y percepciones han conducido, especialmente a las clases medias, a la desafección hacia todo lo que huele a política y a políticos.

Los partidos políticos, si pretenden "cazar" este voto, deberán diseñar y concretar propuestas políticas coherentes, creíbles y posibles, especialmente en el ámbito económico y social, encaminadas a reconstruir una estructura social cohesionada y que abra perspectivas reales de presente y de futuro. La simple palabrería, la descalificación del adversario ("que viene el lobo"), las inauguraciones preelectorales, mítines, abrazos y festejos, mucho me temo que no motiven excesivamente a los ciudadanos, y menos todavía al amplio abanico de las denominadas clases medias. Lo cierto y palpable es que, hoy por hoy, según todos los sondeos electorales, el voto es "muy volátil". A lo máximo se marcan tendencias, pero ningún partido político tiene garantizados los votos de las denominadas clases medias.

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