La elección de Andreu Manresa elección de Andreu Manresa para dirigir la radio y televisión pública de Balears ha sido acogida, en términos generales, de forma positiva y esperanzada. El hecho de que el designado sea por primera vez un periodista de larga y contrastada trayectoria profesional y que pueda asumir la dirección del ente libre de cargas o compromisos con productoras y negocios del mundo audiovisual, ha contribuido también a crear la impresión de que ahora, al fin, IB3 tiene su definitiva ocasión de oro para justificar su existencia. Para ello debe dar contenido a una programación diversificada y amplia, con información veraz, entretenimiento lúcido y desprenderse de un populismo que, a base de excesos, ha llegado a ser irreverente y nocivo para el espectador, aparte de hueco de despilfarro para el erario público.

Una década después de sus primeras emisiones, IB3 tendrá por primera vez a un periodista al frente, lo cual resulta positivo porque el nombramiento viene avalado por una trayectoria muy importante del protagonista, Andreu Manresa. Sin duda, deberá hacer más de gestor que de comunicador, pero no es la primera vez que afronta un reto de parecidas características y ahora lo hace con una experiencia vital y profesional mucho más rica. Los partidos políticos que lo han escogido deberían dejarle las manos libres para que pueda actuar con soltura y profesionalidad, aunque la relación entre el verdadero periodismo y el poder siempre es conflictiva y, en ocasiones, directamente inviable. Manresa tiene su primer reto en el nombramiento del equipo directivo y los principales colaboradores, y en el posterior diseño de las parrillas de programas de radio y televisión que, en teoría, deben significar una dignificación histórica de los contenidos de la principal cadena pública de Balears. Es el momento en que constataremos si PSOE, Més, Podemos y El Pi quieren una IB3 entendida como verdadero servicio público de calidad, sin interferencias de conveniencia política de partido ni contenidos domésticos al amparo de cualquier sigla.

Y sería importante que el PP y Ciudadanos fuesen capaces de sumarse a este reto que, al final, debe acabar beneficiando a todos. Para el PP es también la oportunidad de reparar en lo posible una etapa de manipulación e injerencias insufribles en la radiotelevisión pública de Balears, que la guardia pretoriana de José Ramón Bauzá convirtió en un auténtico territorio de sumisión a sus intereses políticos particulares, incluso por encima de los del propio PP, ya que se llegó a vetar a profesionales o contertulios que coincidiendo con la ideología popular no se sometían a los caprichos y tergiversaciones del equipo de Bauzá. Es la hora de dar carpetazo a un periodo lamentable, un auténtico suplicio para los profesionales que no compartían la intromisión permanente del ahora senador Bauzá.

Manresa tomará posesión en pocos días como director general de IB3 y su tarea más urgente será la reestructuración, tanto de cargos como de contenidos. Cuanto se sabe de sus intenciones parece apuntar en este sentido, en una voluntad de reducir puestos ejecutivos bien remunerados y poco o nada eficaces en beneficio de mayores contenidos informativos que incorporen reportajes, documentales y magazines exentos de tanto costumbrismo superficial y temas de popularidad volátil.

Evidentemente, la tarea no es fácil ni cómoda, pero resulta imprescindible para los tiempos actuales y una audiencia sobrada de oferta y que, por tanto, elegirá cuanto esté más acorde con sus intereses y preferencias. IB3 debe primar también sus contenidos de servicio público. Todo ello debe lograrse con un presupuesto a la baja. En sus peores tiempos de despilfarro, la radio y televisión de Balears llegó a disponer de 140 millones anuales. En 2016 deberá limitarse a un presupuesto de 28. Las cosas dejarán de sobredimensionarse.

Dentro de estas coordenadas, la necesidad puede ser también virtud, el momento oportuno para que IB3, desprovista de los injustificables delirios de grandeza de otras épocas, circunscriba sus contenidos audiovisuales a la demanda informativa y formativa de Balears. Este es el reto que tiene por delante Andreu Manresa. Conociendo su trayectoria, se le puede atribuir voluntad de llevarlo a término. Es la justificación de su nombramiento. Hay tanta esperanza depositada en esta nueva etapa que sería una oportunidad histórica perdida si se defraudan las ilusiones de profesionales y ciudadanos. La querencia del poder al control directo o indirecto, descarado o sutil, de los medios de comunicación públicos es muy difícilmente evitable. Esperemos que la voluntad profesional del nuevo máximo responsable de IB3 consiga salir adelante.